jueves, 6 de diciembre de 2012

Tiempo de nacer…Tiempo de morir…


Cuando un pequeño se está gestando en el seno de su madre, no es consciente de todo lo que vive. Pero Vive. Y quizás en su futura vida recordará más de lo que imaginamos. Son nueve meses en los que hora a hora siente cómo adquiere una plenitud.

Sus órganos se diferencian, su sensibilidad se afirma. Los grandes sistemas de su organismo comienzan a cumplir sus funciones. Aunque no lo sepa y no lo pueda expresar, sin embargo percibe que algo se acerca. La plenitud siempre estalla en una nueva manera de existir.


No hay plenitud que se cristalice permaneciendo estática. Esto nunca sucede con la vida. Y todo ser vivo guarda en su memoria ancestral la experiencia de los pasos a esas nuevas etapas, mucho más plenas.

Allí donde la vida comienza un nuevo ciclo, se hace necesario que el anterior muera, se rompa para dar salida a un nuevo comienzo.
(Fuente: “Cuentos rodados”-Mamerto Menapace)
Este es un nuevo ciclo, una nueva etapa, que nos exige cerrar la anterior para abrirnos a un tiempo más pleno, y requiere de renuncias, de abrirse a lo desconocido, de confiarse a la Providencia de un Dios que es Providencia…

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