PATRIMONIO ESPIRITUAL DE LAS CM III

B. Elementos Fundamentales de Nuestro Carmelitanismo (Continuación)

De esa preparación providencial arranca nuestra inserción en la tradición carmelitana y la impregnación de sus mejores esencias espirituales. En esa tradición hay que distinguir dos etapas cruciales: la que va desde los orígenes hasta Santa Teresa y la que se inicia con la obra de la santa Doctora.

- La presencia dominante de la Virgen María en nuestra vida. Es Madre, Patrona e intercesora. Le ofrendamos culto devoción especial. Ponemos bajo su patrocinio nuestra misma consagración religiosa, a la vez que la miramos como modelo de virtudes y ejemplo de vida interior.

- En San José “tenemos un poderoso abogado especialmente para lograr el fin de nuestra demanda”. Abogado, protector e intercesor, es además para nosotros “Maestro de oración” por recomendación de nuestra santa Madre Teresa, reafirmada explícitamente por nuestro Padre Fundador. La figura de José se nos presenta unida a María en generoso y silencioso servicio a Cristo Jesús, y con Jesús al Padre.

- De la tradición bíblica del Carmelo procede también la ejemplaridad y el recuerdo particular de figuras eminentes del Antiguo Testamento, entre las que destaca el profeta Elías, tipo del contemplativo que arde de celo por la gloria de Dios y que lucha denodadamente por su triunfo. Nuestro Padre Fundador nos recuerda expresamente que “somos familia de Elías” y que la misión carismática del Profeta renace, en cierta manera, en nuestra obra, que es la suya, y debe vibrar con auténtico signo profético en el Pueblo de Dios.

- La consagración religiosa en la perspectiva carmelitana equivale a un vivir en obsequio de Jesucristo, sirviéndolo con pureza de corazón y rectitud de conciencia. El obsequio a Jesucristo se sustenta con la continua meditación de la Divina Palabra, con el culto litúrgico y la lección de los libros sagrados. Se expresa con la humildad, la obediencia, la mortificación y el trabajo. El silencio y el retiro favorecen la íntima conversación con Dios y crean un clima comunitario que se fortalece con el amor fraterno, el ejemplo incitante, la mutua ayuda en comunión de servicio.(Continuará)