El Domingo de Ramos da comienzo a la Semana Santa , en este día nos reunimos como pueblo de Dios para abrazarnos al “Memorial de la Pasión , muerte y resurrección de Nuestro Señor Jesucristo”. ¿Con qué fin hacemos esto? Para conmemorar juntos el gran sacrificio redentor de Jesús, que se entregó por nosotros para rescatarnos de la muerte eterna.
Los padecimientos del Señor fueron la muestra de amor más grande que se haya visto jamás, “Él siendo de condición divina se rebajó hasta la muerte de cruz”, nos dice San Pablo, para recordarnos el precio de nuestra Salvación.
No podemos empezar esta semana sin preparar el corazón con un sincero arrepentimiento… abramos los ojos del alma para maravillarnos de tal generosa entrega!
Nuestros pueblos de América se sobrecogen en estas fiestas, vivimos la Semana de Pasión entregados al Señor de la Vida y de la Historia , sin dejar de lado el testimonio humilde de nuestros hermanos en la fe que ya nos preceden en el cielo y que supieron vibrar ante Jesús y su manifestación de amor en la cruz: San Juan Diego en México, San Martín de Porres y Santa Rosa de Lima en Perú, Monseñor Romero en El Salvador, Santa Teresa de los Andes y San Alberto Hurtado en Chile, Monseñor Angelelli, el Cura Borchero, Monseñor Pironio, el padre Mugica, en Argentina y muchos, muchos más que pisaron este suelo americano y no temieron dar su vida como el Maestro, en bien de los hermanos
Este año la liturgia del ciclo A nos anima a preparar el corazón uniéndonos a Jesús que camina rumbo a Jerusalén para padecer como cualquier "profeta" de Dios a causa de su fidelidad al Señor Yavé.
A continuación les ofrecemos un extracto del mismo:
La entrada mesiánica de Jesús en Jerusalén
La entrada de Jesús en Jerusalén manifiesta la venida del Reino que el Rey–Mesías llevará a cabo mediante la Pascua de su Muerte y de su Resurrección. Con su celebración, el domingo de Ramos, la liturgia de la Iglesia abre la Semana Santa. (CIC 557. 558)
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