martes, 12 de febrero de 2013

Mensaje de cuaresma del Cardenal Bergoglio


El arzobispo de Buenos Aires y primado de la Argentina, cardenal Jorge Mario Bergoglio, aseguró que "poco a poco nos acostumbramos a oír y a ver, a través de los medios de comunicación, la crónica negra de la sociedad contemporánea, presentada casi con un perverso regocijo, y también nos acostumbramos a tocarla y a sentirla a nuestro alrededor y en nuestra propia carne. El drama está en la calle, en el barrio, en nuestra casa y, por qué no, en nuestro corazón. Convivimos con la violencia que mata, que destruye familias, aviva guerras y conflictos en tantos países del mundo. Convivimos con la envidia, el odio, la calumnia, la mundanidad en nuestro corazón".

"El sufrimiento de inocentes y pacíficos no deja de abofetearnos; el desprecio a los derechos de las personas y de los pueblos más frágiles no nos son tan lejanos; el imperio del dinero con sus demoníacos efectos como la droga, la corrupción, la trata de personas - incluso de niños - junto con la miseria material y moral son moneda corriente. La destrucción del trabajo digno, las emigraciones dolorosas y la falta de futuro se unen también a esta sinfonía. Nuestros errores y pecados como
Iglesia tampoco quedan fuera de este gran panorama", escribió en su carta pastoral para el inicio de la Cuaresma.

"Los egoísmos más personales justificados, y no por ello más pequeños, la falta de valores éticos dentro de una sociedad que hace metástasis en las familias, en la convivencia de los barrios, pueblos y ciudades, nos hablan de nuestra limitación, de nuestra debilidad y de nuestra incapacidad para poder transformar esta lista innumerable de realidades destructoras", agregó.

El purpurado porteño sostuvo que "la trampa de la impotencia nos lleva a pensar: ¿Tiene sentido tratar de cambiar todo esto? ¿Podemos hacer algo frente a esta situación? ¿Vale la pena intentarlo si el mundo sigue su danza carnavalesca disfrazando todo por un rato?", pero afirmó que "sin embargo, cuando se cae la máscara, aparece la verdad y, aunque para muchos suene anacrónico decirlo, vuelve a aparecer el pecado, que hiere nuestra carne con toda su fuerza destructora torciendo los destinos del mundo y de la historia".

"La Cuaresma se nos presenta como grito de verdad y de esperanza cierta que nos viene a responder que sí, que es posible no maquillarnos y dibujar sonrisas de plástico como si nada pasara. Sí, es posible que todo sea nuevo y distinto porque Dios sigue siendo "rico en bondad y misericordia, siempre dispuesto a perdonar" y nos anima a empezar una y otra vez. Hoy nuevamente somos invitados a emprender un camino pascual hacia la Vida, camino que incluye la cruz y la renuncia; que será incómodo pero no estéril. Somos invitados a reconocer que algo no va bien en nosotros mismos, en la sociedad o en la Iglesia, a cambiar, a dar un viraje, a convertirnos", subrayó.

Rasguen el corazón, no los vestidos
Tras señalar que al iniciar la Cuaresma "son fuertes y desafiantes las palabras del profeta Joel: 'Rasguen el corazón, no los vestidos: conviértanse al Señor su Dios", consideró que "son una invitación a todo pueblo, nadie está excluido".

Y enumeró:

* Rasguen el corazón y no los vestidos de una penitencia artificial sin garantías de futuro.
* Rasguen el corazón y no los vestidos de un ayuno formal y de cumpli-miento que nos sigue manteniendo satisfechos.
* Rasguen el corazón y no los vestidos de una oración superficial y egoísta que no llega a las entrañas de la propia vida para dejarla tocar por Dios.
* Rasguen los corazones para decir con el salmista: "hemos pecado".
* Rasguen los corazones para que por esa hendidura podamos mirarnos de verdad.
* Rasguen los corazones, abran sus corazones, porque sólo en un corazón rasgado y abierto puede entrar el amor misericordioso del Padre que nos ama y nos sana.
* Rasguen los corazones dice el profeta, y Pablo nos pide casi de rodillas "déjense reconciliar con Dios". Cambiar el modo de vivir es el signo y fruto de este corazón desgarrado y reconciliado por un amor que nos sobrepasa.

El cardenal Bergoglio insistió en afirmar que "ésta es la invitación, frente a tantas heridas que nos dañan y que nos pueden llevar a la tentación de endurecernos" y precisar: "Rasguen los corazones para experimentar en la oración silenciosa y serena la suavidad de la ternura de Dios", "rasguen los corazones para sentir ese eco de tantas vidas desgarradas y que la indiferencia no nos deje inertes", "rasguen los corazones para poder amar con el amor con que somos amados, consolar con el consuelo que somos consolados y compartir lo que hemos recibido".

El primado argentino recordó que este tiempo litúrgico "no es sólo para nosotros, sino también para la transformación de nuestra familia, de nuestra comunidad, de nuestra Iglesia, de nuestra Patria, del mundo entero. Son cuarenta días para que nos convirtamos hacia la santidad misma de Dios; nos convirtamos en colaboradores que recibimos la gracia y la posibilidad de reconstruir la vida humana para que todo hombre experimente la salvación que Cristo nos ganó con su muerte y resurrección".

Y puntualizó que "junto a la oración y a la penitencia, como signo de nuestra fe en la fuerza de la Pascua que todo lo transforma, también nos disponemos a iniciar igual que otros años nuestro 'Gesto cuaresmal solidario'", porque, "como Iglesia en Buenos Aires que marcha hacia la Pascua y que cree que el Reino de Dios es posible necesitamos que, de nuestros corazones desgarrados por el deseo de conversión y por el amor, brote la gracia y el gesto eficaz que alivie el dolor de tantos hermanos que caminan junto a nosotros".

Por último, el cardenal Bergoglio estimó que "este Año de la Fe que transitamos es también la oportunidad que Dios nos regala para crecer y madurar en el encuentro con el Señor que se hace visible en el rostro sufriente de tantos chicos sin futuro, en la manos temblorosas de los ancianos olvidados y en las rodillas vacilantes de tantas familias que siguen poniéndole el pecho a la vida sin encontrar quien los sostenga", y deseó a la comunidad arquidiocesana "una santa Cuaresma, penitencial y fecunda Cuaresma".+

(Fuente:  aica.com)

1 comentario:

  1. después que este cardenal ha sido elegido Papa cobran un nuevo y ejemplar valor sus palabras para la cuaresma. dejémonos los cristianos llevar por este camino de penitencia, de amor a Dios y de acogida al hermano pobre y desvalido

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