jueves, 2 de mayo de 2013

LA AVENTURA

A veces uno se siente como un aventurero a la búsqueda de Dios. En este mundo, ¿no basta con perseguir la propia estabilidad: estudios, trabajo, casa, familia, una cuenta corriente suficiente? Bastante aventura parece eso tal y como están las cosas, ¿no? Y, sin embargo, la respuesta, una y otra vez, asalta con claridad: ¡No! La vida tiene que ser más aún. Hay en cada uno una sed, un anhelo, una pregunta que no es fácil de responder. Por la felicidad, por el amor, por Dios.


Hay un primer paso en la búsqueda de Dios que es el de salir de los terrenos conocidos, de las calles
habituales, de las inercias. Dios aparece más en las preguntas sin respuesta, en los rostros nuevos, en las situaciones que me descolocan. Allí me vuelvo más vulnerable, pero quizás, también, más auténtico. Da pereza salir. Se pone delante el fantasma de todo lo que puede salir mal. O me pregunto: «Total, ¿para qué?» Pero sé que el para qué tiene que ver con esa necesidad de algo que me llene de sentido. ¡Es hora de salir!
(Fuete:  pastoralsj.org)

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