Las CM tenemos conciencia clara de ser ungidas y enviadas como Jesús para anunciar el Año de gracia (Lc 4, 14-19)
Como el padre Palau, la contemplación de la Iglesia, nos despierta la urgencia por servirla: Mi misión se reduce a anunciar a los pueblos que tú eres infinitamente bella y amable y a predicarles que te amen (Escritos 887,2). Nos sentimos llamadas a vivir en comunión con Dios y en servicio a los hermanos: Dios y los prójimos son el objeto de nuestro amor.
Nos interpela, como misioneras, el constatar que dos mil años después del inicio de la misión quedan todavía grandes áreas geográficas, culturales, humanas y sociales, en las que Cristo y su Evangelio no han penetrado.
Necesitamos escuchar de nuevo el envío de Jesús que nos dice: carmelita misionera ¡marcha, yo te envío, ve por todo el mundo, predica el Evangelio...!
Como el padre Palau, la contemplación de la Iglesia, nos despierta la urgencia por servirla: Mi misión se reduce a anunciar a los pueblos que tú eres infinitamente bella y amable y a predicarles que te amen (Escritos 887,2). Nos sentimos llamadas a vivir en comunión con Dios y en servicio a los hermanos: Dios y los prójimos son el objeto de nuestro amor.
Nos interpela, como misioneras, el constatar que dos mil años después del inicio de la misión quedan todavía grandes áreas geográficas, culturales, humanas y sociales, en las que Cristo y su Evangelio no han penetrado.
Necesitamos escuchar de nuevo el envío de Jesús que nos dice: carmelita misionera ¡marcha, yo te envío, ve por todo el mundo, predica el Evangelio...!
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