Fue un momento de conexión y profundidad que
dejó huellas en el corazón de cada joven. Con alegría y espíritu de misión, los
jóvenes se embarcaron en una experiencia que fue más que un encuentro: fue una
llamada a la entrega y el servicio, una invitación a salir de sí mismo y compartir aquella riqueza que
llevan dentro.
En un ambiente de oración y fraternidad, cada actividad se vivió como una celebración, reafirmando el compromiso de caminar juntos, impulsados por el carisma del Carmelo misionero y la guía de Jesús. La frase "Marcha, yo te envío" resonó con fuerza en cada rincón, recordándonos que somos enviados para llevar el amor y la presencia de Cristo a quienes más lo necesitan. Con el corazón lleno y una fe renovada, partimos de este encuentro sabiendo que nuestra misión apenas comienza, que somos llamados a vivir con valentía ya llevar la luz de Cristo al mundo. Gracias a todos los que nos acompañaron con su oración e hicieron de este encuentro una experiencia inolvidable. ¡Que la misión continúe en cada colegio y en cada uno de nosotros!
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