
Jesús responderá a la muerte pronunciando sobre ella su palabra creadora de vida: "Lázaro, ¡sal fuera!" (Jn 11,43). Frente a todos los indicios de una muerte de cuatro días, Jesús llama a la vida a salir de la muerte. Y aquella tremenda y desafiante pregunta que hizo a Marta delante del drama de la muerte de su hermano Lázaro: "Yo soy la resurrección y la vida, ¿crees ésto?" (Jn 11,25-26), será la que nos hará a nosotros ante el drama y el aturdimiento de todas nuestras muertes: los egoísmos, las tristezas, los rencores, las envidias, las injusticias, las frivolidades, las desesperanzas... "Yo soy la resurrección y la vida... ¿crees esto?".
Vivir la cuaresma es reconocer estas muertes cotidianas que nos entierran en todos los sepulcros en donde no hay posibilidad de vida, ni de amor, ni de esperanza, ni de fe. Hay que sollozar conmovidos por nuestras situaciones mortecinas, hay que dolerse de todos nuestros lutos inhumanos... y desde todos ellos, esperar el algo más que Dios en Jesús nos concede: desde la oscuridad de todos nuestros sepulcros, poder escuchar la voz creadora del Señor que nos llama a salir del escondrijo de la muerte: ¡sal fuera! ¡sal al amor, a la paz, a la justicia, al perdón, a la alegría, a la vida, a Dios!
-Monseñor Jesús Sanz Montes, ofm arzobispo de Oviedo-
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