Había una vez un hombre que calumnió grandemente a un
amigo suyo, todo por la envidia que le tuvo al ver el éxito que este había
alcanzado.Tiempo después se arrepintió de la ruina que trajo con sus calumnias
a ese amigo, y visitó a un hombre muy sabio a quien le dijo:
“Quiero arreglar todo el mal que hice a mi
amigo. ¿Cómo puedo hacerlo?”.
A lo que el hombre respondió: “Toma un saco lleno de plumas
ligeras y pequeñas y suelta una donde vayas”.
El hombre muy contento por aquello tan fácil tomó el saco
lleno de plumas y al cabo de un día las había soltado todas.
Volvió donde el sabio y le dijo: “Ya he terminado”.
A lo que el sabio contestó: “Esa es la parte más fácil”.
Ahora debes volver a llenar el saco con las mismas plumas
que soltaste.
“Sal a la calle y búscalas”.
El hombre se sintió muy triste, pues sabía lo que eso
significaba y no pudo juntar casi ninguna.
Al volver, el hombre sabio le dijo:
“Así como no
pudiste juntar de nuevo las plumas que volaron con el viento, así mismo el mal
que hiciste voló de boca en boca y el daño ya está hecho. Sé humilde y reconoce
el daño pidiendo perdón a tu amigo y
jamás vuelvas a actuar de la misma forma.
Moraleja: Antes de hablar de alguien es mejor pensar en las consecuencias que pueden tener nuestras palabras, y lo que nos podría ayudar es pasarlas antes por "Los 3 coladores"
San Juan de la Cruz muy bien podría darnos estos tres
consejos referidos al tema:
“No mirar imperfecciones ajenas, guardar silencio y continuo trato con Dios, desarraigarán grandes imperfecciones del alma y la harán señora de grandes virtudes”(Dichos 117)
“Hable poco, y en cosas que no es preguntado no se meta”.(Dichos 140)
“Mejor es vencerse en la lengua que ayunar a pan y agua”. (Dichos 181)
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