Hechos de los apóstoles
4,8-12: Ningún otro puede salvar
Salmo responsorial:
117: La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular.
1Juan 3,1-2: Veremos a
Dios tal cual es
Juan 10,11-18: El buen
pastor da la vida por las ovejas
Con la palabra «pastor»
se designaba en el Antiguo Oriente con frecuencia también a los reyes. Entre
los egipcios, los reyes egipcios eran representados con los dos distintivos del
pastor: el azote (o espantamoscas) y el cayado. Tanto en el arte de Mesopotamia
como en el griego se encuentra la figura del pastor llevando a hombros un
cordero; el dios griego Hermes fue representado llevando un carnero. Los
cristianos utilizaron esta imagen para representar a Jesús, como buen pastor.
En el Antiguo
Testamento Dios le encomienda a David la tarea de pastorear a su pueblo Israel
(2Sam 5,2) y los príncipes del pueblo se comparan con frecuencias con pastores.
Ezequiel contrapone los dirigentes de Israel -que se apacientan a sí mismos en
lugar de apacentar a sus ovejas- con el Señor, como modelo de pastor: «Como
sigue el pastor el rastro de su rebaño cuando las ovejas se le dispersan, así
seguiré yo el rastro de mis ovejas y las libraré sacándolas de todos los
lugares por donde se desperdigaron un día de oscuridad y nubarrones» (Ez
34,1-10.12).
El evangelista Juan
presenta a Jesús como «buen pastor», o por dar una traducción más adecuada,
como «modelo de pastor». El pastor modelo se define porque da su vida en
función de las ovejas. Quien no ama a las ovejas hasta ese extremo no es buen
pastor. El pastor aparece en el evangelio de hoy por oposición al asalariado o
mercenario que apacienta a las ovejas por dinero; el asalariado cuando viene el
peligro (lobo) deja que mueran las ovejas.
La relación del
pastor-Jesús con las ovejas-pueblo es una relación personal y recíproca de
conocimiento profundo e íntimo (conozco a las mías y ellas me conocen a mí).
Conocer a Jesús significa experimentar su amor e identificarse con su persona y
actividad. Esta relación de conocimiento-amor es tan profunda que Jesús la
compara a la que existe entre él y el Padre, basada también en la comunidad de
Espíritu, que crea la unidad de designio y de propósito.
Pero el rebaño de Jesús
no se limita al pueblo de Israel, pues Jesús proclama que tiene otras ovejas
que no son de ese recinto, palabra que designa el atrio del templo o, más
ampliamente, a la institución judía, en la cual se han arrogado los puestos de
poder unos individuos que carecen de todo derecho a ello y que son en realidad
explotadores (ladrones) que usan de la violencia (bandidos) para someter al
pueblo, manteniéndolo en un estado de miseria (cf. Jr 2,8; 23,1-4; Ez 34,2-10;
Zac 11,4-17). Son esa gente que ha convertido la casa de su Padre en casa de
negocios (Jn 2,16).
Él tiene otras ovejas
que no son del pueblo de Israel, pues pertenecen al mundo pagano y ha venido
para formar una nueva comunidad humana que no se limita ya a los judíos sino
que se extiende a todos sin distinción de raza, credo o estatuto social.
Jesús, el modelo de
pastor, demuestra que es el verdadero pastor porque entrega su vida por las
ovejas. Ante su auditorio de dirigentes judíos (v. 19) que lo odian e intentan
matarlo, Jesús afirma que es precisamente su prontitud para desafiar la muerte
lo que hace manifestarse en él el amor del Padre.
Jesús se entrega a sí
mismo y así se recobra, porque al darse él mismo hace suyo el dinamismo de amor
del Padre y de esta manera realiza su condición de hijo, adquiriendo la
plenitud del propio ser. La demostración continua de amor del Padre se realiza en
la presencia y actividad incesante del Espíritu en Jesús y se manifiesta en su
obrar.
Como Jesús, quien se da
a sí mismo por amor no lo hace con la esperanza de recobrar la vida como premio
a ese sacrificio (mérito), sino con la certeza de poderla tomar de nuevo, por
la fuerza del amor mismo. Donde hay amor hasta el límite hay vida sin límite,
pues el amor es fuerza de vida. Dar la vida significa creer hasta el fin en la
verdad y potencia del amor.
Jesús afirma su
absoluta libertad en su entrega. Nadie puede quitarle la vida, él la da por
propia iniciativa. Indica así que, aunque sean las circunstancias históricas
las que van a llevarlo a la muerte, eso puede suceder porque él ha hecho su
opción de llegar hasta el fin.
El Padre, que ama a
Jesús, le deja plena libertad; como Hijo, Jesús dispone de sus actos (Está en
mi mano entregarla, etc.; cf. 3,35). La relación entre Jesús y el Padre no es
de sumisión, sino de amor que identifica. El mandamiento del Padre no es una
orden, sino un encargo; formula el designio común del Padre y Jesús, que nace
de su comunión en el Espíritu (5,30). El evangelista utiliza el término
"mandamiento" para oponerlo a los de la antigua Ley. Moisés recibió
muchos (Éx 24,12; Dt 12,28, etc.), Jesús uno solo, el del amor hasta el extremo,
el mismo que será propuesto a la humanidad (12,49; 13,34).
Y este pastor modelo
-que es Jesús-, es también según Pedro en el libro de los Hechos, «la piedra
que desecharon ustedes, los arquitectos y que se ha convertido en piedra
angular» de la comunidad.
Para la revisión de vida
¿Cómo son mis actitudes
de pastor respecto a todos aquellos que, de una u otra manera, dependen de mis
cuidados? ¿Me comporto como el pastor asalariado a quien no le interesan sus
ovejas? ¿Conozco a mis ovejas y mis ovejas me conocen a mí?
¿Qué preocupación tengo
por las ovejas que son de otro redil…?
(Fuente: lecturadeldia.com)
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