Hubo una vez en la historia del mundo, un día terrible en el que el Odio, que es el rey de los malos sentimientos, los defectos y los vicios, convocó a una reunión urgente de todos ellos.
Todos los sentimientos negros del mundo y los deseos más perversos del corazón humano llegaron a esta reunión con curiosidad de saber cuál era el propósito...
Cuando todos llegaron el odio dijo: - "Los he reunido aquí porque deseo con todas mis fuerzas matar a alguien" ...
Los asistentes no se extrañaron mucho pues era el Odio el que estaba hablando y él siempre quiere matar a alguien... Sin embargo, todos se preguntaban entre sí quién sería tan difícil de matar como para que el Odio los necesitara a todos.
Dos hombres, seriamente enfermos, ocupaban la misma
habitación en el hospital. A uno de ellos se le permitía estar sentado una hora
todas las tardes para que los pulmones drenaran sus fluidos. Su cama daba a la
única ventana de la habitación.
El otro hombre tenía que estar acostado todo el tiempo.
Los dos se hablaban mucho. De sus mujeres y familiares, de sus casas, trabajos,
el servicio militar, dónde habían estado de vacaciones.
Un científico, vivía con preocupación todos los problemas
del mundo. Estaba decidido a encontrar por todos los medios una solución. Pasaba
días en su laboratorio, en busca de respuestas.
Cierto día, su hijo de 7 años, invadió su lugar de
trabajo, dispuesto a ayudarle a encontrar esa ansiada solución.
El científico, nervioso por la interrupción, le pidió al
niño que fuese a jugar a otro lugar. Viendo que era imposible sacarlo, el padre
pensó en algo que pudiera distraer su atención: encontró una revista, donde
había un mapa del mundo, ¡justo lo que precisaba!
Con una tijera, recortó el mapa en varios pedazos y se
los entregó al niño con un rollo de cinta, diciendo: Hijo, como te gustan tanto
los rompecabezas, te voy a dar el mundo en pequeños pedazos, para que lo
repares.
El científico pensaba, quizás se demoraría meses en
resolverlo, o quizás nunca lo lograse, pero por lo menos, le dejaría tranquilo por
un tiempo; pero no fue así. Pasadas algunas horas, escuchó la voz del niño:
“Papá, papá, ya hice todo, conseguí terminarlo”.
Al principio el padre no dio crédito a las palabras del
niño. ¡No puede ser, es imposible que a su edad, haya conseguido recomponer un
mapa que jamás había visto antes!
Levantó la vista de sus anotaciones, con la certeza de
que vería un trabajo digno de un niño: Para su sorpresa, el mapa estaba completo.
Todos los pedazos habían sido colocados en sus debidos lugares. ¿Cómo era
posible? ¿Cómo había sido capaz?
-“Hijito, tú no sabías cómo es el mundo, ¿cómo lograste
armarlo?”
-“Papá, yo no sabía cómo era el mundo, pero cuando
sacaste el mapa de la revista para recortarlo, vi del otro lado la figura de un
hombre. Así que le di la vuelta a los recortes y comencé a recomponer al
hombre, que sí sabía cómo era.
Cuando conseguí arreglar al hombre, di vuelta la hoja y
me di cuenta que había arreglado al mundo.”
(Autor desconocido)
Reflexionemos
A veces nos rompemos la cabeza buscando la solución fuera
de nosotros, en los demás; este cuento nos recuerda que el cambio comienza por
uno mismo, es lo que hizo Jesús al abajarse a nuestra nada, hacerse uno de
nosotros y entregarse por nuestra causa. San Pablo nos recuerda que el acto de justicia de Jesús producirá para todos los hombres la justificación que conduce a la Vida (Rom 5, 18)
Qué te parece si comenzamos por vos y por mí para cambiar el mundo?
Cuentan que una vez en la carpintería hubo una extraña
asamblea: fue una reunión de herramientas para arreglar sus diferencias. El
martillo ejerció la presidencia, pero la asamblea le notificó que tenía que
renunciar. ¿La causa? ¡Hacía demasiado ruido! Y, además, se pasaba el tiempo
golpeando.
El martillo aceptó su culpa, pero pidió que también fuera
expulsado el tornillo; dijo que había que darle muchas vueltas para que
sirviera de algo. Ante el ataque, el tornillo aceptó también, pero a su vez
pidió la expulsión de la lija. Hizo ver que era muy áspera en su trato y
siempre tenía fricciones con los demás.
Y la lija estuvo de acuerdo, a condición de que fuera
expulsado el metro que siempre se la pasaba midiendo a los demás según su
medida, como si fuera el único perfecto.
En eso, entró el carpintero, se puso el delantal e inició
su trabajo. Utilizó el martillo, la lija, el metro y el tornillo. Finalmente,
la tosca madera inicial se convirtió en un fino mueble.
Cuando la carpintería quedó nuevamente sola, la asamblea
reanudó la deliberación. Fue entonces cuando tomó la palabra el serrucho, y
dijo:
—¡Señores, ha quedado demostrado que tenemos defectos,
pero el carpintero trabaja con nuestras cualidades! ¡Eso es lo que nos hace
valiosos! ¡Así que no pensemos ya en nuestros puntos malos y concentrémonos en
la utilidad de nuestros puntos buenos!
La asamblea encontró entonces que el martillo era fuerte,
el tornillo unía y daba fuerza, la lija era especial para afinar y limar
asperezas y observaron que el metro era preciso y exacto. Se sintieron entonces
un equipo capaz de producir muebles de calidad. Se sintieron orgullosos de sus
fortalezas y de trabajar juntos.
Autor desconocido
Reflexionemos
Así pasa en la carpintería de nuestras vidas. Cada uno de
nosotros bien puede estar representado por esas herramientas. Todas las
personas tenemos fortalezas y debilidades, virtudes y defectos, nadie es
perfecto, lo bueno es ser conscientes de lo que somos y tenemos, para potenciar
nuestro lado bueno y trabajar por mejorar o quitar nuestras fragilidades,
aquello que no ayuda o aporta para la construcción. El carpintero de este
cuento es Dios, nos conoce muy bien y sabe para qué sirve cada herramienta, las
usa y se goza en el resultado del trabajo que realiza con nuestra ayuda.
Demos gracias a Dios por hacernos tan perfectos, por
mirarnos siempre desde nuestras fortalezas y virtudes y hagamos lo mismo con
los demás.
Para la revisión personal
1- Con cuál de las herramientas me siento identificado/a?
2- Soy consciente de mis virtudes y defectos?
3- Trata de pensar en todo lo bueno que te aportan esas
personas a las que siempre les criticas sus defectos.
Había una vez un pueblo de luciérnagas. Habitaban la falda
de un cerro, en medio de la espesura del bosque, con claros para sus juegos y
matorrales para guarecerse durante los días de tormenta.
La población tenía dos variantes: una llevaba las luces
cerca de sus ojos y las mantenía permanentemente encendidas, eran las tacas, o
tucos. La otra, en cambio, tenía su luz en el vientre pudiendo encenderla o
apagarla a su gusto. Esta variedad constituía la mayoría. Se los llamaba
simplemente bichitos de luz. En las noches tibias de verano su resplandor podía
verse desde lejos y su fosforescencia iluminaba todo el pueblo.
Muy lejos de allí, del otro lado del valle oscuro y
misterioso, brillaba otra luz. Lejana, y sin embargo tremendamente presente,
aquella luz parecía tener vida propia. No era de la misma calidad que la de los
demás bichos. Era una luz viva. Aunque permanecía siempre en el mismo
lugar atraía poderosamente la mirada y hasta la curiosidad de nuestro pueblo de
diminutas luminarias. Su existencia y el misterio de su brillo en las noches
tenía intrigadas a todas las luciérnagas. Habían surgido varias teorías para
explicar su existencia. Algunas se basaban en el miedo. Otras se burlaban de
ella llegando hasta faltarle el respeto. Muchos la veneraban, víctimas de un
extraño embrujo, se reverenciaban ante ella como se reverencia lo desconocido,
pero misterioso y fascinante. En todo caso, nadie la podía negar. Salvo los
miopes o los ocupadísimos. Aunque también estos en las noches oscuras previas a
las tormentas se veían obligados a reconocer su existencia.
Alguna vez había que tomar una decisión. Entonces se
convino en convocar a una asamblea general. Allí se discutió, se aventuraron
hipótesis nuevas tratando de conciliar posturas irreductibles.
"Un afamado actor y
dramaturgo, Peter Ustinov fue elegido como padrino de graduación en un colegio
inglés.En el acto de apertura, el
director felicitó emocionado a los alumnos y anunció con orgullo que, de una
promoción de 50, sólo dos alumnos no habían logrado pasar los exámenes y que,
por ello, no se iban a graduar.
Cuando le tocó hablar al
dramaturgo, dedicó su discurso a los dos alumnos que no se iban a graduar:
- Yo no poseo ningún título
ni preparación y creo que el mundo necesita por igual doctores y obreros, médicos
y campesinos. Todos valemos por igual y pienso que lo que verdaderamente
importa es que cada uno encuentre su misión en la vida y la realice con
dignidad y honestidad. Yo me siento inclinado hacia los dos que no aprobaron
los exámenes como me siento siempre inclinado hacia cualquier minoría.Por ello, yo les quiero pedir que no se sientan
inferiores,como les pido a ustedes que,
no por estar aquí, son superiores o
mejores que ellos.Si yo hubiese sido
alumno de este colegio, estoy casi
seguro que seríamos tres los suspendidos que hoy no podríamos graduarnos".
REFLEXIONEMOS
En los evangelios Jesús nos enseña que el éxito no implica ser mejores que otros, ahí tenemos el caso del ciego de nacimiento cuando los discípulos preguntan al Señor «Maestro, ¿quién ha pecado, él o sus padres, para que haya nacido ciego?». «Ni él ni sus padres han pecado, respondió Jesús; nació así para que se manifiesten en él las obras de Dios. (Jn 9, 2-3) También la referencia de Jesús sobre el derrumbe de la torre de Siloé que mató a 18 personas “… ¿creen que las dieciocho personas que murieron cuando se desplomó la torre de Siloé, eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Les aseguro que no, y si ustedes no se convierten, todos acabarán de la misma manera».(Lc 13, 4-5)
Nunca nos gloriemos comparando nuestra vida con la de los demás. El actor de esta anécdota nos recuerda el valor de cada persona, si no llegamos a la meta con los demás, Dios nos abrirá otros caminos para transitar, lo que importa es recorrerlos disfrutando el paisaje que nos circunda, siendo conscientes que nuestro aporte es tan valioso como el del resto, es cuestión de actitud.
NOS PREGUNTAMOS
1) ¿Qué enseñanza nos deja esta historia?
2) ¿Con cuál de los personajes me identifico?
3) ¿Qué nos enseña sobre la preparación académica, un título y la misión de cada uno en la vida?
Yo buscaba a Dios toda la vida por caminos sin cuento y
por mundo sin fin.
Creí verlo en las cumbres de las montañas, pero para
cuando llegaba. Él y no estaba allí. Creí sentirlo en la lejanía de las
estrellas, pero para cuando me acercaba, Él ya había partido.
Un día, de repente, me encontré ante un palacio
resplandeciente con un gran portal sobre el que había escrito en letras de oro:
«La casa de Dios«. Me llené de alegría y subí sin aliento los
escalones que llevaban a la entrada.
Pero cuando había levantado ya la mano para llamar a la
puerta, me asaltó la duda y mi mano quedó en el aire sin llamar.
Pensé:
– Si esta es en verdad la casa de Dios y me encuentro con Él, se acabó todo
para mí.
– Se acabó la alegría de la búsqueda, el motivo de caminar.
– Una vez que encuentre a Dios, ¿qué voy a hacer?
– Y quedé paralizado sin llamar.
Alguien, desde dentro, había sentido mis pasos y se oyó
una voz que preguntaba:
– ¿Quién está allí?
Yo eché a correr escalones abajo y me alejé de aquel
lugar con mayor rapidez aún que con la que había venido. Y anoté el lugar en mi
mente para no volver a acercarme a él.
Sigo caminando, sigo soñando, sigo buscando. No quiero
detenerme en ningún palacio por esplendoroso que sea, en ninguna imagen por
bella que sea, en ningún concepto por perfecto que sea. Aquél a quien anhela mi
alma está por encima de todo y más allá de todo. Él es la fuerza de mi caminar,
el aliento de mis pulmones, el motivo de mi existencia. Seguiré viviendo la
aventura de caminar, en espera de la sorpresa eterna.
Autor: Rabindranath Tagore
PARA LA REFLEXIÓN PERSONAL
1- ¿ Cuáles son tus búsquedas?
2- ¿Qué pasará con tu vida el día que encuentres lo que estás buscando?
3- ¿Para qué sirven las búsquedas?
4- ¿Crees que todas las personas saben qué es lo que buscan?
5-¿Qué enseñanza te deja el cuento?
Cuentan de un
hombre que había realizado cuarenta días de Ayuno Verbal, o sea cuarenta días
seguidos sin hablar como una manera de lograr la expiación. Lo que lo motivó a
realizarlo fue que le habían dicho que luego de hacer ese tipo de ayuno uno
merecía ver al profeta Eliahu.
Al completar su
período de ayuno y no ver al profeta Eliahu se sintió defraudado. Fue a su
Rabino a quejarse. “Realicé el Ayuno Verbal durante cuarenta días y no merecí
ver al profeta Eliahu,” dijo, con lágrimas en los ojos.
El Rabino lo
llevó a la ventana de su despacho y abrió la cortina. “¿Qué ves ahí, debajo de
aquel árbol?” preguntó, apuntando a un punto en la distancia.
“Veo un burro,”
respondió el hombre.
“Pues ese burro
tampoco habló durante los últimos cuarenta días… No alcanza con simplemente no
hablar; depende qué se hace en lugar de hablar,” aclaró el Rabino.
El día de ayuno (Cuento popular)
Un rabino que habituaba ayunar todos los sábados, se
ausentaba a la hora de la comida, desapareciendo de la vista de todos.
Esto despertó la curiosidad de su congregación, que se
preguntaba a dónde iría aquel rabino cada vez que se alejaba.
Todos se imaginaban que en su tiempo de ayuno se
encontraba secretamente con Dios, y para averiguarlo, designaron a un miembro
de la congregación para que lo siguiera.
Fue así que el espía vio como el rabino se disfrazaba de
campesino y atendía a una mujer pagana paralítica, limpiando su casa y
preparando para ella la comida del sábado.
Cuando el espía regresó, algunos miembros de aquella
congregación corrieron a preguntarle: “¿Qué ha hecho el rabino en sus horas de
ayuno? ¿A dónde ha ido?”
“¿Lo has visto ascender al cielo?”
“No - respondió el otro- ha subido aún más arriba”
REFLEXIONEMOS
Ambos cuentos dan para pensar y reflexionar.
1)¿ Qué tienen en común estos cuentos?
2)¿ Cómo querés vivir éste tiempo de cuaresma, cumpliendo con un precepto o viviendo el evangelio en tu vida cotidiana?
En una hermosa sabana africana un león se había perdido
de su grupo. Llevaba ya 20 días caminando de un lado para otro y no encontraba
a los suyos. Tenía hambre y sed, pero también mucho miedo al verse solo.
Por fin divisó un estanque de agua fresca. Inmediatamente
corrió hacia él con todas sus fuerzas. Estaba muerto de sed y necesitaba a toda
costa tomar un poco del líquido vital. Sin embargo, al llegar a la orilla vio
sobre las aguas la imagen de un león sediento. Entonces se retiró. “El estanque
ya tiene dueño”, pensó.
Esa noche se quedó cerca de allí, pero no se atrevía a ir
de nuevo al estanque. Si aparecía el león que era dueño del lugar, seguramente
lo atacaría por meterse con su propiedad. Y él no estaba en condiciones de
enfrentarse a nadie. Pasó un día y el sol quemaba.
Ya era tanta la sed, que el león decidió arriesgarse. No
aguantaba más. Así que se acercó cautelosamente al estaque y al llegar a la
orilla vio de nuevo al león. Era tanta su sed que no le importó. Metió la
cabeza para tomar el agua fresca. En ese momento, el león desapareció: había
estado viendo solo su reflejo.
PENSEMOS:
1) ¿Qué enseñanza
nos deja éste cuento?
2) ¿A quién se
parece el león?
3) ¿Por qué creía
que su propia imagen era la de otro león?
4) ¿Qué le impulsó
a vencer su miedo?
5) ¿Cuáles son los
miedos que necesitas vencer vos?
En una casa más o menos humilde de un país cualquiera vivía
una familia compuesta por el matrimonio y sus dos hijos. Juan, el hijo
mayor de 24 años, casi abogado y Priscila, la pequeña de apenas 4 añitos.
Al acercarse la Navidad el padre había comprado un rollo de
cinco metros de papel metalizado para poder envolver los regalos antes de
ponerlos en el modesto arbolito, armado desde principios de Diciembre en la
entrada de la casa. El 23 en la noche, el hombre se decidió a empaquetar
los regalos, más simbólicos que valiosos, para Nochebuena. Qué
desagradable sorpresa fue encontrar en el estante del ropero, el tubo de cartón
donde venía enrollado el papel metalizado, desnudo de los cinco metros del
costosísimo papel de envoltura.
El dinero era bastante escaso en la familia y posiblemente
por eso, a pesar de lo avanzado de la hora, el señor explotó de furia y mandó a
llamar a su familia para ver quién había utilizado el papel que él compro para
los regalos. La pequeña Priscila apareció con la cabeza gacha para
decirle a su padre que ella lo había usado.
-¿Pero no te das cuenta que ese papel es muy caro y que tu
papa tuvo que trabajar varios días para comprarlo?; ¿Podrías decirme para qué
tontería usaste el papel metalizado?
La niña salió corriendo y regresó con un paquete del tamaño
de una caja de zapatos, envuelta con varias
Había una vez un pequeño niño que quería conocer a Dios. El sabía que había que hacer un largo viaje hacia donde vivía Dios, entonces empaquetó una maleta con panecillos y un six-pack de jugos y emprendió su partida.
Cuando había recorrido cerca de 3 cuadras, se encontró con una viejecita. Ella estaba sentada en el parque, observando algunas palomas. El niño se sentó junto a ella y abrió su maleta. El estaba a punto de tomar su jugo cuando notó que la viejecita se veía con hambre, entonces él le ofreció un panecillo. Ella lo aceptó muy agradecida. Su sonrisa era tan bella que el niñito quería ver esa sonrisa nuevamente, entonces le ofreció a ella un jugo. Nuevamente ella volvió a esbozar su hermosa sonrisa. El niño estaba encantado.
Ellos se quedaron allí toda la tarde comiendo y sonriendo, pero ninguno de ellos decía palabra alguna.
Cuando empezó a oscurecer, el niño estaba cansado y se levantó para irse. Antes de haber dado unos
"Usted perdone", le dijo un pez a otro. "Es
usted más viejo que yo, y con más experiencia que yo, y probablemente podrá
usted ayudarme. Dígame: ¿dónde puedo encontrar eso que llaman Océano? He
estado buscándolo por todas partes sin resultado".
"El océano", respondió el viejo pez, "es
donde estás ahora mismo".
"¿Esto?", replicó el joven pez totalmente
desilusionado. "Pero si esto no es más que agua…. Lo que yo busco es el
Océano!", y se marchó a buscar en otra parte.
¡Deja de buscar, pequeño pez! No hay nada que buscar. Sólo
tienes que estar tranquilo, abrir los ojos y mirar. ¡No puedes dejar de verlo!
(Antony de Mello)
PENSEMOS:
1-¿Por qué crees que el pez buscaba el océano?
2- El autor del cuento escribe Océano con "mayúscula"¿por qué será?
3-¿Por qué crees que el pez se fue a buscar a otra parte cuando le dijeron que ya se encontraba en el océano? ¿Podemos comparar su actitud con la de la sociedad actual?
4-Como aporte espiritual y reflexivo te invitamos a leer y reflexionar He 17, 24-28
Para conmemorar el día de los Fieles Difuntos te acercamos éste cuento del padre Mamerto Menapace que nos ayuda a pensar en el sentido de la muerte
"Cuando el pequeño se está gestando en
el seno de su madre no es consciente de todo lo que vive. Pero vive. Y quizás
en su futura vida recordará mucho más de lo que nos imaginamos.
Son nueve meses en los que hora a hora
y día a día siente cómo adquiere una plenitud. Sus órganos se diferencian, su
sensibilidad se afina, los grandes sistemas de su organismo comienzan a cumplir
sus propias funciones. Aunque no lo sepa y no se lo pueda expresar a sí mismo,
y menos aún a los demás, sin embargo se da cuenta de que algo se acerca. La
plenitud siempre estalla en una nueva manera de existir. No hay plenitud que
cristalice permaneciendo estática. Eso nunca sucede con la vida. Y todo ser
vivo guarda en su memoria ancestral la experiencia de los pasos a esas nuevas
etapas, mucho más plenas.
Pero el dolor y la angustia también
están presentes. Allí donde la vida comienza un nuevo ciclo, se hace necesario
que el anterior muera, se termine, se rompa para dar salida a lo que recién
comienza. Y esto no se hace de una manera tranquila y lúcida. Se abandona lo
conocido, se ingresa a lo misterioso. Se abandona la experiencia y se arriesga
la esperanza.
Terminados sus nueve meses de
gestación, la criatura presiente que algo va a suceder. Las contracciones se
¡Qué bonito es pensar en la muerte habiendo pasado por el duelo de la pérdida de un ser querido, redescubriendo su sentido! Morir no es el fin... Te invitamos a ver juntos el mensaje de éste bonito video
- Vengo, maestro, porque me siento tan poca cosa que no
tengo ganas de hacer nada, me dicen que no sirvo ¿cómo puedo mejorar?¿qué puedo
hacer para que me valoren más?
El maestro sin mirarlo le dijo:
- cuánto lo siento muchacho, no puedo ayudarte ésta vez.
Debo resolver primero mi propio problema, quizás, después- y haciendo una pausa
agregó, - si quisieras ayudarme tú a mí, yo podría resolver este tema con más rapidez, y después de resolverlo, tal vez
te pueda ayudar.
- Eh, encantado maestro, - titubeó el joven, pero sintió
que de nuevo era desvalorizado y sus necesidades postergadas.
- Bien – continuó el maestro.
Se quitó un anillo que llevaba en el dedo meñique de la
mano izquierda y dándoselo al muchacho añadió:
- Toma el caballo que está allá afuera y cabalga hasta el
mercado, debo vender éste anillo porque tengo que pagar una deuda, es necesario
que obtengas por él la mayor suma posible, no aceptes menos de una moneda de
oro, vete y regresa con esa moneda lo más rápido que puedas.
El joven tomó el anillo y partió. Apenas llegó al mercado
empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes que lo miraban con algo de interés,
hasta que el joven decía lo que pedía por él; cuando el muchacho mencionaba
Un día de invierno, dos niños patinaban sobre una laguna
congelada. Era una tarde nublada y muy fría, pero a los niños no les importaba.
Jugaban sin preocupación. De pronto el hielo cedió y uno de los niños cayó al
agua mientras el otro veía cómo su amigo se ahogaba.
Sin pensarlo dos veces tomó una piedra y empezó a golpear
el hielo con todas sus fuerzas hasta que logró romperlo, y después, con mucho
esfuerzo, logró sacar a su amigo.
Cuando llegaron los bomberos y vieron lo que había
sucedido, dijeron: “Este hielo es muy grueso, es imposible que lo haya podido
romper con esa piedra tan pequeña. Sus manos son muy débiles y no tiene
Era el país de los pozos. Cualquier visitante extraño que
llegara a aquel país no vería más que pozos: grandes, pequeños, feos, hermosos,
ricos, pobres… Alrededor de los pozos apenas se veía vegetación; la tierra
estaba reseca.
Los pozos hablaban entre sí, pero a distancia; siempre
había tierra de por medio. En realidad, lo único que hablaba era el brocal: lo
que se ve a ras de tierra. Y daba la impresión de que, al hablar, sonaba a
hueco. Porque claro, procedía de lugares huecos… Como el brocal estaba hueco,
en los pozos se producía una sensación de vacío, vértigo, ansiedad… Y cado uno
tendía a llenarlo como podía: con cosas, ruidos, sensaciones raras, y hasta con
libros y sabiduría…
Entre los pozos los había con un gran brocal en el que
cabían muchas cosas. Otros tenían un brocal pequeñito, pero también cabían
cosas. Las cosas pasaban de moda: entonces los pozos las cambiaban, y
continuamente estaban llenando el brocal de cosas nuevas, diferentes… Y quien
más tenía era más respetado y admirado… Pero, en el fondo, no estaban nunca a
gusto con lo que tenían. El brocal estaba siempre reseco y sediento…
¿He dicho “en el fondo”? Bueno, sí: la mayoría, a través
de los entresijos que dejaban las cosas, percibían en su interior algo
misterioso… sus dedos rozaban en ocasiones el agua en el fondo.
Esta ciudad no estaba habitada por personas, como todas
las demás ciudades del planeta, esta ciudad estaba habitada por pozos. Pozos vivientes...
pero pozos al fin. Los pozos se diferenciaban entre sí, no sólo por el lugar en
el que estaban excavados sino también por el brocal (la abertura que los
conectaba con el exterior).
Había pozos pudientes y ostentosos con brocales de mármol
y de metales preciosos; pozos humildes de ladrillo y madera y algunos otros más
pobres, con simples agujeros pelados que se abrían en la tierra.
La comunicación entre los habitantes de la ciudad era de
brocal a brocal y las noticias cundían rápidamente, de punta a punta del
poblado.
Un día llegó a la ciudad una "moda" que seguramente
había nacido en algún pueblito humano:
La nueva idea señalaba que todo ser viviente que se
precie debería cuidar mucho más lo interior que lo exterior. Lo importante no
es lo superficial sino el contenido.
Así fue cómo los pozos empezaron a llenarse de cosas.
Algunos se llenaban de joyas, monedas de oro y piedras
preciosas. Otros, más prácticos, se llenaron de electrodomésticos y aparatos
mecánicos. Algunos más, optaron por el arte, y fueron llenándose de pinturas,
pianos de cola y sofisticadas esculturas posmodernas. Finalmente los
intelectuales se llenaron de libros, de manifiestos ideológicos y de revistas
especializadas.
Pasó el tiempo.
La mayoría de los pozos se llenaron a tal punto que ya no
pudieron incorporar nada más.
Los pozos no eran todos iguales, así que, si bien algunos
se conformaron, hubo otros que pensaron que debían hacer algo para seguir
metiendo cosas en su interior...
Alguno de ellos fue el primero: En lugar de apretar el
contenido, se le ocurrió aumentar su capacidad