“La vida de una Carmelita es una comunión con Dios Trinitario, de la mañana a la noche y de la noche a la mañana. Si Él no llenase nuestras celdas y nuestros claustros, ¡qué vacío estaría! Pero le vemos entre todo, porque le llevamos en nosotras y nuestra vida es un cielo anticipado... Sí están ahí justamente los Tres en el trasfondo del alma: el Padre, le Verbo y el Amor de sus beneficios, ayudándola a vivir en sociedad con Ellos. He hallado mi cielo en la tierra en mi querida soledad del Carmelo; donde estoy sola con Dios solo. Todo lo hago con Él como voy con un goce divino. Cuando barro, o trabajo, o estoy en oración, todo lo encuentro bueno y deliciosos, pues que es mi Maestro a quien veo por doquier”
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"La trinidad: He ahí nuestra morada, nuestro "hogar", la casa paterna de donde nunca debemos irnos. Así lo dijo un día el Maestro: "El esclavo no se queda en la casa para siempre, mientras que el hijo si se queda para siempre"....
En el cielo todas las almas son una alabanza de gloria al Padre, al Verbo y al Espíritu Santo, porque todas ya están confirmadas en el puro amor y no viven ya de su propia vida, sino de la vida de Dios...
Seamos, en el cielo de nuestra alma, alabanzas de gloria a la Santísima Trinidad y alabanzas de Amor a nuestra Madre Inmaculada."
Poesia 79(78) Fiesta de la Santisima Trinidad
Para el 25 de mayo de 1902
En profundo silencio, y en inefable paz,
en oración divina que no cesa jamás,
con el alma invadida de eterna claridad
vivía día y noche la Madre virginal.
Su alma, como un cristal, reflejaba al divino Huésped,
que la habitaba en su eterna Beldad.
A los cielos atrae, y, ¡Oh maravilla!, el Padre
¡a su Verbo le entrega para que sea su Madre!
El Espíritu Santo con su sombra la cubre,
vienen los tres a ellas; todo el cielo se abaja,
se prosterna y se inclina, adorando el misterio:
¡que en una Madre Virgen se haya encarnado el Verbo.!
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