hijita en busca de alimento. Al pasar por la puerta de una caverna, oyó una voz que le decía: “Entre, puede entrar, aquí están los mayores tesoros de la tierra. Entre, pero no se olvide de lo principal”. La mujer curiosa, entró con su hijita en la caverna y se vio frente a un inmenso tesoro. Oyó nuevamente la voz que le decía: “Tome todo lo que quiera. Tiene treinta minutos para cargar todo lo que pueda cargar, pero después de ese tiempo la puerta se cerrará y nunca más se abrirá. ¡Vamos! ¡Lleve todo lo que pueda, pero no se olvide lo principal!” La mujer colocó a su hijita en el suelo y comenzó a sacar para fuera de la caverna todo lo que podía cargar. Iba y volvía. Oyó una voz que le decía: “Vaya más de prisa. Faltan sólo tres minutos para acabar su tiempo. ¡Lleve todo lo que pueda, pero no se olvide lo principal!” La mujer llenó su delantal y salió de la caverna cuando la puerta se estaba cerrando. Cuando llegó afuera no podía creer que hubiese podido cargar con tanta riqueza. Pero al ir a buscar a su hijita no la encontró. Había quedado dentro de la caverna. La riqueza duró poco, pero la tristeza y el dolor fueron eternos. Se había olvidado de lo principal…
REFLEXIONEMOS
Cada uno de nosotros está llamado a dar sentido a su historia, mientras estamos en camino hacia la plenitud de la vida que está en Dios. Nadie puede vivir solo, aunque tenga toda la riqueza del mundo. Es importante que tengamos siempre lo principal de nuestra vida.
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