"¡Qué manso y humilde de corazón me pareces, Amor mío,
bajo el velo de la blanca hostia! Para enseñarme la humildad, ya no puedes
abajarte más. Por eso, para responder a tu amor, yo también quiero desear que
mis hermanas me pongan siempre en el último lugar y compartir tus
humillaciones, para "tener parte contigo" en el reino de los
cielos.Pero tú, Señor, conoces mi debilidad. Cada mañana tomo la resolución de
practicar la humildad, y por la noche reconozco que he vuelto a cometer muchas
faltas de orgullo. Al ver esto, me tienta el desaliento, pero sé que el
desaliento es también una forma de orgullo. Por eso, quiero, Dios mío, fundar
mi esperanza sólo en ti. Ya que tú lo puedes todo, haz que nazca en mi alma la
virtud que deseo. Para alcanzar esta gracia de tu infinita misericordia, te
repetiré muchas veces: "¡Jesús manso y humilde de corazón, haz mi corazón
semejante al tuyo!"
(Oración para alcanzar la humildad. 16 de julio de 1897.)
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