El domingo 17 de mayo el Papa Francisco Canonizó a 4
religiosas en la Plaza de San Pedro, entre ellas a nuestra protagonista de esta
entrada de blog, María de Jesús Crucificado, fundadora del Carmelo de Belén y
de Nazaret.
Se trata de la primera Santa Carmelita de Oriente
Próximo. Gran parte de los
peregrinos vinieran desde Jordania, Líbano y Palestina, entre ellos, nada menos
que su presidente Mahmud Abás.
El pequeño polvo en el TronoVeo que se prepara un trono magnífico para una pequeña nada.
Un pequeño polvo será colocado en él y será elevado, y las grandezas serán abajadas,
y aparecerá la grandeza de Dios
en todo lo que Él habrá hecho en el pequeño polvo.
Y mi alma canta un cantico...
(Mariam Pensamientos p 131)
BIOGRAFÍA
Galilea: la
infancia
Mariam Baouardy nació el 5 de enero de 1846, en Ibillin,
una pequeña aldea de Galilea, a mitad de camino entre Nazareth y Haifa. Sus padres,
profundamente creyentes, padecen una dura prueba. Ellos no logran traer al
mundo un hijo que sobreviva: doce niños, uno después de otro, mueren siendo
todos ellos muy pequeños. En su profundo dolor y confianza en Dios, decidieron
entonces hacer una peregrinación a Belén para ir a rogar ante el Pesebre y
pedir la gracia de una hija. Mariam viene al mundo nueve meses más tarde. Ella
fue bautizada y confirmada según la tradición greco-católica de
su familia. El
siguiente año, nace su hermano Boulos, quien viene a colmar la alegría de la
familia.
Pero, Mariam no tenía aún 3 años cuando su padre muere y
algunos días más tarde muere su madre. Su padre viendo la proximidad de la
muerte tomó a Mariam entre sus brazos, pidiendo a San José de ser en adelante
su padre y custodio. Muchísimas veces esta oración le será concedida. Boulos es
adoptado por una tía materna que habitaba en un pueblo cercano y Mariam por un
tío paternal, de condición acomodada. Años más tarde, este tío se instalará en
Alejandría llevando a Mariam con él.
De sus años de infancia en Galilea, Mariam conservará, a
la vez, ese maravillarse delante de la belleza de la Creación, de la luz, de
los paisajes dónde todo le habla de Dios (este maravillarse se reflejará más
tarde en los himnos surgidos espontáneamente de su corazón durante algunos
éxtasis) y del sentimiento, muy fuerte, de que “todo pasa”.
Una experiencia de niña es decisiva para su vida futura:
juega con dos pequeños pajarillos y quiere hacerlos tomar un baño… pero estos
no resisten y mueren entre sus manos. Ella, tristemente, debe enterrarlos
cuando siente entonces interiormente estas palabras: "¿Ves?, es así que
todo pasa; pero si quieres darme tu corazón, yo me quedaré siempre contigo”.
Alejandría: el
martirio
1858: Mariam tiene 12 años, ella está ya en Alejandría
desde hace algunos años, cuando se entera que su tío quiere casarla. Decidida a
darse totalmente a Dios, ella rechaza la proposición. Tratan de persuadirla… la
amenazan. Ni las humillaciones, ni los malos tratos pueden cambiar su
resolución. Después de tres meses, ella encuentra a un viejo criado de la casa
para intentar de enviar una carta a su hermano que permaneció en Galilea para
que venga a ayudarla.
Escuchando la narración de sus sufrimientos, el criado
que era musulmán la exhorta a dejar a los cristianos y a abrasar su religión.
Mariam rechaza. Encolerizado, el hombre saca su cimitarra y le corta la
garganta, abandonándola luego en una callejuela oscura. Era el 8 de septiembre
de1858. Es entonces que lo sobrenatural va hacer irrupción en su vida. Ella
contará más tarde que ella estaba verdaderamente muerta y que le pareció haber
entrado en el Paraíso, allí vio a la Virgen, los santos y sus padres, la gloriosa
Trinidad… Pero su hora no había llegado todavía, y ella se despierta en una
gruta, cerca de una joven mujer que se parecía a una religiosa. Durante cuatro
semanas, ella la cuida, la nutre, la instruye. Después cuando estaba ya curada,
aquella que más tarde ella dirá que es la Virgen María, la conduce a una
iglesia y allí la deja.
Desde ese día, Mariam irá de ciudad en ciudad
(Alejandría, Jerusalén, Beirut, Marsella…), como doméstica, eligiendo
preferentemente las familias pobres, ayudándolas, pero dejándolas cuando se
encuentra demasiado honrada.
Así ella llegará a ser de manera del todo particular,
testigo de ese “universo invisible”, en el cual nosotros creemos sin verlo, y
que ella ha experimentado a lo largo de su vida.
Marsella: las
Hermanas de San José
En 1865 Mariam se encuentra en Marsella. Entra en
contacto con las Hermanas de San José de la Aparición.
Tiene 19 años, pero sólo parece de 12 o 13. Habla mal el
francés y posee una salud frágil… de todos modos es admitida al postulantado, y
su alegría es enorme por poder entregarse de este modo a Dios. Siempre
dispuesta para los trabajos más pesados, ella pasa la mayor parte de su tiempo
lavando o en la cocina. Pero junto a dicha vida ordinaria, cada semana revive
la Pasión de Jesús, recibe los estigmas (que, en su sencillez, ella cree que
son una enfermedad) y comienzan a manifestarse toda clase de gracias
extraordinarias. Algunas hermanas quedan desconcertadas de ello, y al final de
2 años de noviciado, no es admitida a continuar en la Congregación.
Sucede en ese momento que una hermana de San José, Madre
Verónica, había pedido entrar al Carmelo pero debía aún esperar un poco en el
convento de Marsella. Durante ese tiempo de espera ella reemplaza a la maestra
de novicias que se encuentra enferma y así conoce a Mariam, a quien ella
comprende y aprecia, tanto es así que le propone de venir con ella al Carmelo.
Pau: el Carmelo
Mariam es recibida con alegría en junio de 1867. Allí, en
medio de todas las pruebas que tendrá que atravesar, siempre encontrará amor y
comprensión. El mes siguiente toma el hábito y recibe el nombre de Hermana
María de Jesús Crucificado. Ella insiste en ser admitida como ‘hermana
conversa’, pues se encontraba más a gusto en el servicio a los otros, tenía por
otro lado un gran problema para leer lo que conllevaba una gran dificultad para
recitar el Oficio divino. Su simplicidad y su generosidad conquistan los
corazones de todos. Estas palabras dichas después de un éxtasis ilustran lo que
era su vida: "Dónde está la caridad allí también está Dios. Si pensáis en
hacer el bien a vuestro hermano, Dios pensará en vosotros. Si hacéis un pozo
para vuestro hermano, caeréis en él; el pozo será para vosotros. Pero, si
hacéis un cielo para vuestro hermano, ese cielo será para vosotros…”. Sin
embargo, ella no es perfecta y en algunas ocasiones ella se reprocha su vivacidad.
Don de profecía, ataques del demonio o éxtasis… entre todas las gracias divinas
de las cuales está colmada, está aquella percepción intensa de ser ‘nada’
frente a Dios, y cuando habla de ella misma llamándose "la pequeña
nada", es realmente la expresión profunda de su ser. Es lo que le hace
penetrar la insondable profundidad de la misericordia divina dónde encuentra su
alegría y sus delicias, su vida. “La humildad es feliz de ser nada, ella no se
apega a nada, ella no se cansa nunca de nada. ¡Está contenta, es feliz,
dondequiera que esté es feliz, está satisfecha con todo…
Bienaventurados los pequeños!”. Allí está la fuente de su
abandono en el corazón de las gracias más extrañas y en el corazón de los
acontecimientos humanos más desconcertantes.
En India: la
fundación del Carmelo de Mangalore
Al cabo de 3 años pasados en el Carmelo de Pau, en 1870,
Mariam es enviada con un pequeño grupo para fundar el primer monasterio de
carmelitas en Mangalore, India. El viaje en barco es toda una aventura… tres
religiosas mueren antes de llegar. A pesar de todo, se puede comenzar la vida
claustral al final del año y en la primavera siguiente varias hermanas llegan
desde Francia para reforzar la comunidad. Sus experiencias extraordinarias
continúan sin embargo no le impiden afrontar los trabajos más pesados y las
agitaciones propias a una nueva fundación. Durante sus éxtasis, a veces se le
ve con su rostro resplandeciente ya sea en la cocina o en otro lugar, a veces
participa en espíritu de lo que ocurre en la Iglesia; a veces el demonio parece
tomar posesión de ella, haciéndole vivir terribles tormentos y combates. Ella
emite sus votos al final de su noviciado el 21 de noviembre de 1871, sin
embargo, las incomprensiones comienzan entonces a producirse alrededor de ella,
poniendo en duda la autenticidad de lo que ella vive, estas tensiones creadas
en su entorno acabaron por provocar su regreso al Carmelo de Pau en el 1872.
El regreso a Pau
Allí, Mariam reencuentra su vida simple como ‘hermana
conversa’ en medio del cariño de sus hermanas de religión, y su alma se dilata.
Durante ciertos éxtasis ella, que es casi analfabeta, en la exultación de su
gratitud hacia Dios, improvisa poesías de una gran belleza, llenas de frescor y
de un atractivo totalmente oriental, dónde la creación entera canta a su
Creador; o bien, enardecida por la aspiración de su alma hacia Dios, se la verá
elevarse milagrosamente hacia la cima de un árbol, sobre una rama que no
soportaría ni siquiera un pajarillo… Ella es entonces como testigo de este universo
transfigurado descrito por el profeta Isaías (el lobo habitara con el
cordero...), o por el autor del Apocalipsis (la mujer vestida de sol, con la
luna bajos sus pies y una corona de doce estrellas…)
“Todos duermen. Y Dios, tan lleno de bondad, tan grande,
tan digno de alabanzas, ¡es olvidado!… ¡Nadie piensa en Él!… Veo, que la
naturaleza lo alaba; el cielo, las estrellas, los árboles, las hierbas, todo lo
alaba; ¡y el hombre, que conoce sus beneficios, que debería alabarlo, duerme!…
¡Vamos, vamos a despertar el universo!”
Numerosos son aquellos que vienen a buscar cerca de ella
consuelo, consejos, oraciones, y que parten iluminados y fortificados por su
encuentro.
Poco después de regresar de Mangalore, comienza a hablar
de la fundación de un Carmelo en Belén. Los obstáculos son numerosos, pero se
disipan progresivamente, incluso de manera inesperada. Una benefactora, Berthe Dartigaux
le será siempre fiel. Su confesor, el P.Estrate, de la congregación de
Betharram, la alienta y apoya hasta el final.
Belén, Nazareth,
Emaus y su entrada en el Cielo.
Por fin la autorización llega de Roma para fundar un
Carmelo en Belén, el 20 de agosto de 1875 un pequeño grupo de carmelitas se
embarca rumbo a Tierra Santa. El Señor mismo guía a Mariam en la elección del
lugar y la construcción. Como es la única que habla árabe, se le encarga el
seguimiento de los trabajos: “inmersa en la arena y en la cal” se gana la
simpatía de los obreros; la comunidad puede venir a habitar el monasterio desde
el 21 de noviembre de 1876, mientras que ciertos trabajos continúan. Mariam se
preocupa también por la fundación de un Carmelo en Nazaret, viajando allí y
logrando que se compre un terreno en agosto de 1878. Durante este viaje le es
revelado por Dios el lugar de Emaus. Ella lo hace comprar a Berthe Dartigaux
para el Carmelo.
De vuelta en Belén, retoma la supervisión de los trabajos
bajo un calor sofocante. Llevando de beber a los obreros, cae de una escalera y
se fractura un brazo. La gangrena va afectarle muy rápidamente y Mariam muere
algunos días después, el 26 de agosto de 1878, a los 32 años. Fue beatificada
el día 13 de noviembre 1983 por San Juan Pablo II
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