DIOS CONFIA EN NOSOTROS
Por José María Martín OSA
1.- Las virtudes de la mujer. El autor del Libro de los
Proverbios concluye su libro con un canto a la mujer completa o perfecta
casada. Dado el cúmulo de virtudes que debe reunir la mujer ideal, se comprende
que sea muy difícil encontrarla; de ahí la pregunta retórica del comienzo:
"Una mujer hacendosa, ¿quién la hallará?". Cada época y cada cultura
tiene su mujer ideal. Evidentemente aquí se propone el ideal femenino que
corresponde a una cultura patriarcal. Con todo, se señalan valores permanentes
que siguen teniendo importancia para la mujer del mundo actual. La mujer, de
espíritu fuerte, y laboriosa, que sabe ganarse la vida con su trabajo,
representa un ideal válido para nuestra época. Cuando corremos el riesgo de
convertir a la mujer en una señal de prestigio del varón y en un objeto
de
placer, vale la pena subrayar con energía que lo más hermoso de la mujer son
las virtudes que tiene y que no siempre son reconocidas por nuestra querida
Iglesia.
2.- El salmo 127 es un canto a la fraternidad. Es una
gracia de Dios comer juntos, sentarse a la mesa en compañía de hermanos, tomar
en unidad el fruto común de nuestro trabajo, sentirse en familia y charlar y
comentar y comer y beber todos juntos en la alegre intimidad del grupo unido.
Comer juntos es bendición de Dios. El comedor común nos une quizá tanto como la
capilla. Somos cuerpo y alma, y si aprendemos a rezar juntos y a comer juntos,
tendremos ya medio camino andado hacia el necesario arte de vivir juntos. La
buena comida es bendición bíblica a la mesa del justo. ¿No han comparado el
cielo a un banquete personas que sabían lo que decían? Si el cielo es un
banquete, cada comida es un ensayo para el cielo. Que la bendición del salmo
descienda sobre todas nuestras comidas en común al rezar y dar gracias:
3.- La vida positiva. Pablo insiste en que la llegada del
día del Señor nadie sabe cuándo será. Por ello utiliza imágenes que nos son
familiares. Dios se comporta, en sus apariciones al hombre, como un ladrón. Es
imprevisible y no se deja controlar por ninguna máquina programadora. La fe en
la "parusía" relativiza la actitud del cristiano frente a todas las
grandes realizaciones históricas. Por eso, cuando estén diciendo: "paz y
seguridad, entonces de improviso les sobrevendrá la ruina". En una
palabra, los cristianos, aun alegrándose de las victorias humanas sobre sus
múltiples alienaciones, nunca juzgarán definitiva una época histórica, sino que
siempre adoptarán frente a ella una actitud crítica y de espera. Hay que vivir
la vida de forma positiva, como dice Martin Seligman, valorando el presente,
sin añorar demasiado el pasado y con la ilusión de conseguir metas que están a
nuestro alcance.
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