viernes, 14 de diciembre de 2018

Fiesta de San Juan de la Cruz - ¿Cómo era el santo?


Hoy celebramos al gran maestro de vida interior que ayudó a Sta Teresa con la Reforma Carmelitana de la Edad Media. Es muy importante conocer su biografía con datos históricos y  su riqueza espiritual para poder comprender por qué  la Iglesia lo ha declarado “Doctor de la Iglesia”.

Aquí queremos ofrecerte detalles de sus rasgos físicos y espirituales:


Rasgos físicos
Gracias al P. Jerónimo de San José podemos tener un retrato del santo, ya que lo describe de la siguiente manera: “Era el venerable padre de estatura entre mediana y pequeña, bien trabado y proporcionado de cuerpo, aunque flaco por la mucha y rigurosa penitencia que hacía. El rostro de color trigueño, algo macilento, más redondo que largo; calva venerable con un poco de cabello delante. La frente ancha y espaciosa; los ojos negros, con mirar suave; cejas bien distintas y formadas; nariz, igual, que tiraba un poco a aguileña; la boca y los labios, con todo lo demás del rostro y del cuerpo, en debida proporción. Traía algo crecida la barba, que con el hábito grosero y corto le hacía más venerable y edificativo. Era todo su aspecto grave, apacible y sobremanera modesto, en tanto grado que sola su presencia componía a los que le miraban, y representaba en el semblante una cierta vislumbre de soberanía celestial que movía a venerarle y amarle juntamente”.


Perfil Espiritual de nuestro fraile
Fray Eliseo de los Mártires, quien fue compañero suyo en Granada lo define así: “Fue hombre de mediano cuerpo, de rostro grave y venerable, algo moreno y de buena fisonomía, su trato y conversación apacible,
muy espiritual y provechoso para los que le oían y comunicaban. Y en esto fue tan singular y proficuo, que los que le trataban, hombres o mujeres, salían espiritualizados, devotos y aficionados a la virtud.  Supo y sintió altamente de la oración y trato con Dios, y a todas las dudas que le proponían acerca de estos puntos, respondía con alteza de sabiduría, dejando a los que le consultaban muy satisfechos y aprovechados. Fue amigo de recogimiento, y de hablar poco; su risa poca y muy compuesta. Cuando reprendía como superior, que lo fue muchas veces, era con dulce severidad, exhortando con amor fraterna, y todo con admirable serenidad y gravedad.
Y en estas mismas cualidades de su carácter insisten todos los que le han conocido, presentándole como una persona más seria, silenciosa, retraída, austera, serena, equilibrada. Y a la vez como un hombre profundamente sencillo y acogedor en el trato con la gente y sus hermanos. .Como alguien muy amable, afable, afectuoso, cercano, sensible y comprensivo. Y además como un hombre valiente y decidido en defender la verdad y la justicia. Fiel cumplidor de sus compromisos, entregado y humilde. Por no mencionar otras virtudes  sobrenaturales y en particular las teologales, que tanto acreditan su santidad, y sobre las que luego nos dejará honda doctrina en sus libros”

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