Hoy celebramos al gran maestro de vida interior que ayudó a
Sta Teresa con la Reforma Carmelitana de la Edad Media. Es muy importante
conocer su biografía con datos históricos y
su riqueza espiritual para poder comprender por qué la Iglesia lo ha declarado “Doctor de la
Iglesia”.
Aquí queremos ofrecerte detalles de sus rasgos físicos y
espirituales:
Rasgos físicos
Gracias al P. Jerónimo de San José podemos tener un retrato
del santo, ya que lo describe de la siguiente manera: “Era el venerable padre
de estatura entre mediana y pequeña, bien trabado y proporcionado de cuerpo,
aunque flaco por la mucha y rigurosa penitencia que hacía. El rostro de color
trigueño, algo macilento, más redondo que largo; calva venerable con un poco de
cabello delante. La frente ancha y espaciosa; los ojos negros, con mirar suave;
cejas bien distintas y formadas; nariz, igual, que tiraba un poco a aguileña;
la boca y los labios, con todo lo demás del rostro y del cuerpo, en debida
proporción. Traía algo crecida la barba, que con el hábito grosero y corto le
hacía más venerable y edificativo. Era todo su aspecto grave, apacible y
sobremanera modesto, en tanto grado que sola su presencia componía a los que le
miraban, y representaba en el semblante una cierta vislumbre de soberanía
celestial que movía a venerarle y amarle juntamente”.
Perfil Espiritual de nuestro fraile
Fray Eliseo de los Mártires, quien fue compañero suyo en
Granada lo define así: “Fue hombre de mediano cuerpo, de rostro grave y
venerable, algo moreno y de buena fisonomía, su trato y conversación apacible,
muy espiritual y provechoso para los que le oían y comunicaban. Y en esto fue
tan singular y proficuo, que los que le trataban, hombres o mujeres, salían
espiritualizados, devotos y aficionados a la virtud. Supo y sintió altamente de la oración y trato
con Dios, y a todas las dudas que le proponían acerca de estos puntos,
respondía con alteza de sabiduría, dejando a los que le consultaban muy
satisfechos y aprovechados. Fue amigo de recogimiento, y de hablar poco; su
risa poca y muy compuesta. Cuando reprendía como superior, que lo fue muchas veces,
era con dulce severidad, exhortando con amor fraterna, y todo con admirable
serenidad y gravedad.
Y en estas mismas cualidades de su carácter insisten todos
los que le han conocido, presentándole como una persona más seria, silenciosa,
retraída, austera, serena, equilibrada. Y a la vez como un hombre profundamente
sencillo y acogedor en el trato con la gente y sus hermanos. .Como alguien muy
amable, afable, afectuoso, cercano, sensible y comprensivo. Y además como un
hombre valiente y decidido en defender la verdad y la justicia. Fiel cumplidor
de sus compromisos, entregado y humilde. Por no mencionar otras virtudes sobrenaturales y en particular las
teologales, que tanto acreditan su santidad, y sobre las que luego nos dejará
honda doctrina en sus libros”
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