viernes, 18 de abril de 2008

La crisis de la verdad se arraiga en la crisis de fe, asegura el Papa

En su discurso a los representantes de las instituciones educativas católicas de Estados Unidos
WASHINGTON, viernes, 18 abril 2008 (ZENIT.org).- La actual «crisis de la verdad» tiene sus raíces en la «crisis de fe», explicó Benedicto XVI en la tarde de este jueves a los representantes de universidades y colegios católicos de los Estados Unidos.
El pontífice pronunció su discurso en la Universidad Católica de América (CUA), en la capital estadounidense. Los estudiantes de la universidad le recibieron con entusiasmo con el lema «CUA ama al papa». El saludo de bienvenida corrió a cargo de su rector, el padre Father David O'Connell.
«El deber educativo es parte integrante de la misión que la Iglesia tiene de proclamar la Buena Noticia», afirmó el Papa.
Por este motivo, el Papa afrontó en su intervención se preguntó cómo pueden contribuir las instituciones educativas católicas al bien de la sociedad a través de la misión primaria de la Iglesia que es la de evangelizar.
«Todas las actividades de la Iglesia nacen de su conciencia de ser portadora de un mensaje que tiene su origen en Dios mismo», aclaró, subrayando «que quien busca la verdad se transforma en uno que vive de fe».
Una cuestión de convicción
Según el pontífice, la identidad católica de un centro educativo «es una cuestión de convicción: ¿creemos realmente que sólo en el misterio del Verbo encarnado se esclarece verdaderamente el misterio del hombre?», preguntó.
«¿Estamos realmente dispuestos a confiar todo nuestro yo, inteligencia y voluntad, mente y corazón, a Dios?», siguió interrogándose. «¿Aceptamos la verdad que Cristo revela? En nuestras universidades y escuelas ¿es "tangible" la fe? ¿Se expresa férvidamente en la liturgia, en los sacramentos, por medio de la oración, los actos de caridad, la solicitud por la justicia y el respeto por la creación de Dios? Solamente de este modo damos realmente testimonio sobre el sentido de quiénes somos y de lo que sostenemos», aseguró.
«Desde esta perspectiva se puede reconocer que la "crisis de verdad" contemporánea está radicada en una "crisis de fe"», indicó. «Únicamente mediante la fe podemos dar libremente nuestro asentimiento al testimonio de Dios y reconocerlo como el garante trascendente de la verdad que él revela».
Por ello, alertó, es indispensable para la educación católica promover la intimidad personal con Jesucristo y el testimonio comunitario de su verdad que es amor.
«De hecho --indicó--, todos vemos y observamos con preocupación la dificultad o la repulsa que muchas personas tienen hoy para entregarse a sí mismas a Dios».
Según confesó, es «un fenómeno complejo sobre el que reflexiono continuamente. Mientras hemos buscado diligentemente atraer la inteligencia de nuestros jóvenes, quizás hemos descuidado su voluntad».
Libertad e identidad católica
«Como consecuencia, observamos preocupados que la noción de libertad se ha distorsionado».
«La libertad no es la facultad para desentenderse de; es la facultad de comprometerse con, una participación en el Ser mismo. Como resultado, la libertad auténtica jamás puede ser alcanzada alejándose de Dios. Una opción similar significaría al final descuidar la genuina verdad que necesitamos para comprendernos a nosotros mismos».
El obispo de Roma indicó que la identidad católica no se puede equiparar simplemente «con la ortodoxia del contenido de los cursos».
«Esto exige e inspira mucho más, a saber, que cualquier aspecto de vuestras comunidades de estudio se refleje en una vida eclesial de fe».
«La verdad solamente puede encarnarse en la fe y la razón auténticamente humana, hacerse capaz de dirigir la voluntad a través del camino de la libertad».
De este modo, las instituciones católicas «ofrecen una contribución vital a la misión de la Iglesia y sirven eficazmente a la sociedad. Han de ser lugares en los que se reconoce la presencia activa de Dios en los asuntos humanos y cada joven descubre la alegría de entrar en "el ser para los otros" de Cristo».
Benedicto XVI reconoció asimismo que la contribución de la Iglesia en el debate público es también cuestionada
«Por esto es importante recordar que la verdad de la fe y la de la razón nunca se contradicen», recalcó. «Al exponer la verdad revelada, la Iglesia sirve a todos los miembros de la sociedad purificando la razón, asegurando que ésta permanezca abierta a la consideración de las verdades últimas».
«Lejos de amenazar la tolerancia de la legítima diversidad, una contribución así ilumina la auténtica verdad que hace posible el consenso, y ayuda a que el debate público se mantenga razonable, honesto y responsable».
De igual modo, «la Iglesia jamás se cansa de sostener las categorías morales esenciales de lo justo y lo injusto, sin las cuales la esperanza acaba marchitándose, dando lugar a fríos cálculos de pragmática utilidad, que reducen la persona a poco más que a un peón de un ajedrez ideológico».
El Santo Padre defendió la «libertad académica» en las instituciones católicas y explicó su contexto. «En virtud de esta libertad, ustedes están llamados a buscar la verdad allí donde el análisis riguroso de la evidencia los lleve. Sin embargo, es preciso decir también que toda invocación del principio de la libertad académica para justificar posiciones que contradigan la fe y la enseñanza de la Iglesia obstaculizaría o incluso traicionaría la identidad y la misión de la Universidad».
Por último, lanzó un llamamiento a los religiosos, a las religiosas y sacerdotes comprometidos en la misión educativa: «no abandonen el apostolado educativo; más aún, renueven su dedicación a las escuelas, en particular a las que se hallan en las zonas más pobres», les dijo.
El Papa dejó a continuación el edificio de la Universidad para asistir a un encuentro con los representantes de las diferentes religiones de los Estados Unidos.

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