El verdadero discípulo de Jesús oye su Palabra y la pone en práctica. Jesús no se contenta con ser aceptado como señor y maestro, sino que quiere guiarnos a realizar la voluntad del Padre (v.21)
El Evangelio de este domingo IX, nuevamente nos invita a aferrarnos a la Palabra de Dios, a buscar mimetizarnos con ella, sólo si somos coherentes seremos creíbles, Jesús tenía muy claro lo que en su tiempo representaban las enseñanzas de los jefes religiosos: “hagan lo que dicen, mas no lo que hacen”. El Señor no quiere que sus seguidores lo sean de la boca para afuera, Él necesita testigos firmes, fieles, fuertes y convencidos de lo que anuncian.
La coherencia de vida es un tema que ha preocupado a los cristianos desde antaño, sino pensemos en la Santa Madre , Teresa de Jesús quien padecía dolor del alma por vivir en contradicción con lo dice el Evangelio.
Sigamos este texto tomado del “Libro de la Vida :
“Bendito seáis por siempre, que aunque os dejaba yo a Vos, no me dejasteis Vos a mí del todo, que no me tornase a levantar, con darme Vos siempre la mano; y muchas veces, Señor, no la quería, ni quería entender cómo muchas veces me llamabais de nuevo, como ahora diré.
Pues así comencé, de pasatiempo en pasatiempo, de vanidad en vanidad, de ocasión en ocasión, a meterme tanto en muy grandes ocasiones y andar tan estragada mi alma en muchas vanidades, que ya yo tenía vergüenza de en tan particular amistad, como es tratar de oración tornarme a llegar a Dios. Y ayudóme a esto que, como crecieron los pecados, comenzóme a faltar el gusto y regalo de las cosas de virtud. Veía yo muy claro, Señor mío, que me faltaba esto a mí por faltaros yo a Vos.
Este fue el más terrible engaño que el demonio me podía hacer debajo de parecer humildad, que comencé a temer de tener oración, de verme tan perdida…
Y así… con mi maña procuraba me tuviesen en buena opinión, aunque no de advertencia fingiendo cristiandad”
Dios nos necesita fieles a la vocación de cristianos, siguiendo los pasos de su Hijo, haciendo de la vida un canto de alabanza por su amor. Edifiquemos sobre la Roca que es Cristo, vivamos conforme a aquello que anunciamos, y testimoniemos con la vida que somos otros Cristos, y Dios que ve nuestro corazón premiará el esfuerzo en medio de la fragilidad y debilidad que nos circunda.
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