…En otra
ocasión venían con orden de fusilarme en el acto. Los sacrificadores fueron por
un guía, compañero falso, conducidos hasta la cueva donde estaba; entraron
dentro. La Virgen Carmelitana, cuya fiesta era dicho día, se puso de por medio,
me hizo invisible a sus ojos y no me vieron ni me hallaron.
Entonces vi que no aceptaba mi Padre celestial mi
sangre… y no obstante le ofrecía y daba mi vida y mi sangre que no aceptó.
(Fuente:
“Mis relaciones con la Iglesia” Fco. Palau)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
DEJANOS TU COMENTARIO