viernes, 2 de agosto de 2013

MODELOS DE LA IAM

JESÚS: EL PRIMER MISIONERO, ENVIADO DEL PADRE

 Jesús es el modelo supremo que los niños y adolescentes deben seguir. Ser cristianos significa imitar a Cristo, pues su persona, su vida, y sus palabras, son para todos un estímulo y un modelo.
Encarnamos su amor, su obediencia, su servicio, su vida de oración, para revelar el amor del Padre a todos los hombres. Es "el modelo" por excelencia para que los niños y adolescentes lleguen a ser buenos misioneros.




MARÍA, REINA DE LAS MISIONES
María tiende un lugar preponderante en la Misión de la Iglesia, ya que ella es nuestro primer ejemplo en la
evangelización, al ser ella la primera evangelizadora del Nuevo Testamento, 31 años antes de que su Hijo Jesús comenzara a anunciar la Buena Nueva del Reino de Dios. En el Evangelio de San Lucas se nos relata que María, una vez que ha concebido al Salvador por obra y gracia del Espíritu Santo, realiza el primer acto evangelizador: "Por aquellos días, María se fue deprisa a un pueblo de la región montañosa de Judea, y entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Cuando Isabel oyó el saludo de María, la criatura dio saltos en su vientre, y ella quedó llena del Espíritu Santo" ( Lc 1: 39 a 41).

En esas líneas del Evangelio encontramos lo que es la esencia de la evangelización. Evangelizar no consiste en transmitir doctrina ni teología, sino en compartir a una persona cuyo nombre es Jesús.    

Hace unos años alguien preguntó a la Madre Teresa de Calcuta qué diría ella sobre la evangelización. La Madre Teresa se quedó meditando por unos segundos, y luego contestó: "Para mí evangelizar es tener a Jesús y compartir a Jesús con otra persona". Eso fue exactamente lo que hizo María. Ella ya tenía a Jesús, lo tenía en sus mismas virginales entrañas. Y lo llevó a su parienta Isabel, la cual fue "evangelizada" con el solo oír la voz de la Madre del Redentor. Juan Bautista bailó en el Espíritu. Para evangelizar hay que tener a Jesús, si no, lo que hagamos y digamos no tendrá ningún poder, ya que quien evangeliza no es uno mismo, es obra de Dios mismo en el poder del Espíritu Santo. María es el ejemplo perfecto de la evangelización, tenía a Jesús y llevaba a Jesús, es más, lo sigue llevando.

             Quizá el ejemplo más obvio de lo anterior lo encontramos en la evangelización de nuestra América. Hace quinientos años vinieron valientes misioneros a la recién descubierta América, difundiendo incansablemente la Buena Nueva de Jesucristo. Las dificultades que tuvieron que enfrentar eran casi insuperables, no había medios rápidos de comunicación, los territorios que tenían que recorrer eran inmensos y había un sinnúmero de lenguas, dialectos y culturas. Para ayudarlos a resolver sus problemas, Dios mandó a María, Estrella de la Evangelización, y ese fue su "nuevo método" de evangelizar las Américas.


El nuevo método que abrió las puertas a la evangelización de todo un continente fue la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, milagrosamente estampada en el tosco manto tejido del Beato Juan Diego, un humilde y encantador azteca, quien dedicó el resto de su vida, 17 años desde la milagrosa impresión, a explicar a su gente todo el sentido de la imagen.

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