viernes, 17 de enero de 2014

¡PERDÓN, SEÑOR, no sé escucharte!




Hoy les proponemos pensar en cómo está nuestra escucha de Dios! ¿Estamos atentos a su voz o hacemos lo que a nosotros nos interesa?
 Los cristianos sabemos que “hacer la voluntad de Dios” es alimento para el alma (Jn 4,34), es camino hacia Dios.  Jesús, nuestro Maestro, nos dice “…Porque cualquiera que hace la voluntad de Dios, ése es mi hermano y hermana y madre”(Mc 3, 35) o sea, nos hacemos de la flia de Dios.

Somos conocedores de esta verdad, pero muchas veces nuestro egoísmo nos hace actuar sin tener en cuenta la Voluntad de Dios, sin ESCUCHARLO a Él.

Muchas veces se oye decir “…es que Dios no me escucha” pero ¿escuchamos nosotros a Dios? ¿dejamos
que Él se comunique con nosotros? Estamos tan “ocupados” en nuestras cosas que no nos queda tiempo más que para comunicarle lo que nos pasa, sin dejar que nos responda…¿Y así queremos que “Él  nos escuche”? ¡qué incoherencia, la nuestra!


 CÓMO ESCUCHAR A DIOS
-Para escuchar a Dios es necesario “darse el tiempo”. Disponer de un momento en el día, así como lo disponemos para comer, descansar, dormir, recrear, trabajar.

-En este momento que nos regalamos para encontrarnos con Él, es necesario hablar pero también “hacer silencio” para ESCUCHARLO.

-A Dios podemos escucharlo en su Palabra, la Biblia, ahí se ha revelado la verdad de su proyecto de amor.

-En el silencio y la meditación podemos escuchar a Dios mirando nuestra vida, los acontecimientos, la naturaleza.


Como podemos ver, lo primero es esencial, DARNOS UN TIEMPO PARA DIOS. De lo demás se encarga Él.

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