Por Antonio Rivero
Textos: Is 60, 1-6; Ef 3, 2-3.5-6; Mt 2, 1-12
P. Antonio Rivero, L.C. Doctor en Teología Espiritual,
profesor y director espiritual en el seminario diocesano Maria Mater
Ecclesiae de são Paulo (Brasil).
Idea principal: Herodes y los Magos…¡qué distinto
protagonismo el día de la Epifanía!
Síntesis del mensaje: Epifanía es una palabra
griega que quiere decir “manifestación”. Dios pretendía al hacerse hombre
manifestarse como Salvador de los hombres. Y lo hizo por orden. Primero se
manifestó a los judíos, en la persona de los pastores. Después, hoy, a los
paganos. ¿Qué nos pide? Fe. Con la fe, adoraremos en esa carne mortal al Verbo
de Dios. Con la fe, en su infancia descubriremos la sabiduría. Con la fe, en
sus pañales veremos al Rey de reyes. Y con la fe, en su realidad de hombre al
Señor de la gloria.
Puntos de la idea principal:
En primer lugar, veamos a Herodes que
dio la orden de busca, captura y degüello de Jesús. Herodes el grande por la
suntuosidad de sus construcciones: palacios, fortalezas, jardines, hipódromos,
stadiums, el mismo templo de Jerusalén. Grande por sanguinario: ahogó a
traición a su cuñado
Aristóbulo en la piscina de Jericó en el año 30; mató a su
suegra Alejandra, a su cuñado Hostobar, a su hijo Alejandro y a su hijo
Antipatros, a sólo cinco días de su muerte. Terminó con un cáncer demoledor,
cuyo hedor atufaba las moradas de palacio. Grande por sus adulterios, pues amó
a 10 mujeres y se casó con todas ellas, pero no quiso más que a Marianne, tanto
que la decapitó por celos. Y mandó a los criados vocear su nombre por
corredores y salones, de día de noche, para sugestionarle que aún vivía. Ese fue
el Herodes, el grande, que quiso matar a Jesús. Y por Jesús vino a este mundo.
¡Herodes, acoge a Cristo en tu corazón!
En segundo lugar, veamos ahora a los Magos,
que se pusieron a camino para adorar a Jesús. Vieron una estrella, lenguaje
común para ellos. Se pusieron en camino motivados por la fe y el hambre de Dios
y de respuestas transcendentes. Sortearon las dificultades con la voluntad. Y
llegaron a la cueva de Belén. Y allí entraron, y encontraron a Jesús, a María y
a José. Se postraron delante del Niño Dios y le ofrecieron sus regalos: oro por
ser Rey, incienso por ser Dios y mirra por ser Hombre. Por tanto, rey de los
judíos, rey de todos. Mesías para los judíos, mesías para todos. Salvador de
los judíos, salvador del mundo. Dios de los judíos, Dios de todos y para todos.
Epifanía: Fin del exclusivismo judío. Dios, por tanto, por igual de
amancebados, santos o canallas, necios, explotadores y explotados, rufianes y
prostitutas, gitanos y payos, indios y criollos, terroristas y guardias,
dictadores y demócratas, rusos y americanos…Dios es exclusiva de nadie, ni
siquiera de la Iglesia. Esto es y significa Epifanía. ¡Gracias, Señor, porque
de pagano me hiciste cristiano!
Finalmente,¿qué aprender de esta fiesta? Con
peligros, sin peligros y a pesar de los peligros, el hombre –al igual que los
Magos- tiene que marchar a Dios y que, quien le busca, con estrella o sin ella,
le encuentra –entre otras cosas porque Dios es más íntimo al hombre que el
hombre mismo. Y ese es el mensaje soberano de la Epifanía o presentación de
Jesús en sociedad pagana o la navidad de los paganos. Así como la del 24 fue la
navidad de los judíos. ¡Lástima que Herodes, pagano, no quiso entrar a la
fiesta de la Navidad, y prefirió vivir y morir a lo pagano! Pero que le conste
que Cristo vino también para él. ¡Paganos todos, venid corriendo a Belén, pues
hoy es el día de vuestra fiesta y os espera vuestro Salvador y Señor para
abriros su corazón lleno de ternura y misericordia!
Para reflexionar: ¿Sé descubrir las “estrellas” que
Dios me manda para ponerme en camino a Cristo y encontrarme con Él? Ante las
dificultades del camino, ¿qué hago: doy la vuelta o continuo, renovando mi fe y
mi esperanza? Y al llegar ante Cristo, ¿soy generoso para darlo lo mejor que
tengo y soy, o las sobras? ¿Ayudo a los “paganos” y los llevo a Jesús?
Para rezar: Jesús, te traigo mi oro, pues eres mi
rey. Te traigo mi incienso para ofrecértelo en sacrificio oloroso de mi vida,
pues eres Dios. Te traigo mi mirra para embalsamar mi cuerpo junto al tuyo en
espera de la resurrección.
(Fuente: zenit.org)
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