sábado, 5 de diciembre de 2020

Sentido del Adviento


El Adviento es fundamentalmente el tiempo de la venida del Señor. Eso significa la palabra latina “adventus”: venida, advenimiento. Una palabra que se aplicaba especialmente a la llegada de algún personaje importante, y que ahora nosotros dedicamos al Señor Jesús, el único Salvador del mundo, ayer, hoy y siempre; principio y fin de la historia.


El Santo Padre Francisco dice: “el Adviento es una llamada incesante a la esperanza: nos recuerda que Dios está presente en la historia para conducirla a su fin último y a su plenitud, que es el Señor Jesucristo. Dios está presente en la historia de la humanidad, es el ‘Dios con nosotros’. Dios no está lejano, está siempre con nosotros, hasta el punto de que muchas veces llama a la puerta de nuestro corazón”.


El tiempo litúrgico del Adviento es pues el tiempo de la espera de la acción divina, la espera del gesto de Dios que viene hacia nosotros y que reclama nuestra acogida de fe y amor. Es con el Antiguo Testamento, San Juan el Bautista, San José, y Santa María, la preparación de la venida del Señor Jesús.


Nuestra espera en el Adviento, no es la espera de los hombres y mujeres de la Antigua Alianza que no

habían recibido aún al Salvador. Nosotros ya hemos conocido su venida hace dos mil años en Belén. Pero la venida histórica del Señor Jesús en la humildad de nuestra carne, deja en nosotros el anhelo de una venida más plena. Por eso decimos que el Adviento celebra una triple venida del Señor:


-          En primer lugar, la histórica, cuando asumió nuestra carne y nació de Santa María siempre Virgen.

-          En segundo lugar, la que se realiza en nuestra existencia personal, iniciada por el Bautismo y continuada en los sacramentos, especialmente en la Eucaristía, donde está real y sustancialmente presente. También el Señor viene a nosotros en los sucesos de cada día, en los acontecimientos de la historia y manifiesta así que la vida cristiana es permanente Adviento o venida suya a nuestras vidas, lo que exige nuestra acogida de fe y nuestra cooperación activa desde nuestra libertad.

-          Y en tercer lugar, la venida definitiva o escatológica, al final de los tiempos, cuando el Señor Jesús instaure definitivamente el Reino de Dios.


Todo esto lo celebramos en el Adviento gradualmente: los primeros días la atención se dirige hacia la venida definitiva al final de los tiempos, con la llamada a la vigilancia para estar bien dispuestos. Luego, nos centramos más en la venida cotidiana, que vemos marcada por los anuncios del precursor, San Juan el Bautista, y su invitación a preparar los caminos del Señor. Finalmente, a partir del día 17 de Diciembre, nuestra mirada se dirige de lleno a preparar la solemnidad de la Navidad, a conmemorar el nacimiento del Señor Jesús en Belén, su primera venida, acompañados de la presencia maternal y amorosa de Santa María y de su castísimo esposo, San José. Y todo ello acompañados a lo largo de todo el Adviento por los oráculos de Isaías y de los demás profetas, que nos hacen vivir en actitud de gozosa espera.


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