sábado, 20 de noviembre de 2021

Jesús Reina en el corazón pequeño (Sta Teresita del Niño Jesús)

 


El último domingo del año litúrgico la Iglesia nos invita a celebrar la Solemnidad de Cristo Rey del Universo, fiesta instituida por el Papa Pío XI en 1925, con el fin de confirmar la realeza del Señor en la vida de la humanidad, el único capaz de llenar los vacíos que del corazón de las personas.

La riqueza del Carmelo se encuentra en la espiritualidad y experiencias de sus santos por ello te acercamos hoy a Sta Teresita de Lisieux. Jesús ha sido Rey absoluto en su corazón, pero vamos a dejar que ella misma nos cuente su experiencia, lo que vivió el día de su primera comunión, tal vez haya lectores que necesiten que los ubiquemos en ese momento vital de su existencia, Teresita está escribiendo su propia historia y recuerda que ya es huérfana de madre, su hermana mayor, Paulina, había entrado en el Carmelo, esta separación había producido en ella otro profundo dolor…  a la edad de 9 años (8 de mayo de 1884) hace su Primera Comunión en el Colegio de las Benedictinas de Lisieux, sin embargo, experimenta un gozo interior profundo e inexplicable, ella misma lo relata:

“Finamente llegó el más hermoso de los días. ¡Qué inefables recuerdos han dejado en mi alma hasta los más pequeños detalles de esta jornada de cielo...! El gozoso despertar de la aurora, los besos respetuosos y tiernos de las profesoras y de las [35rº] compañeras mayores... La gran sala repleta de copos de nieve, con los que nos iban vistiendo a las niñas una tras otra. Y sobre todo, la entrada en la capilla y el precioso canto matinal «¡Oh altar sagrado, que rodean los ángeles!»

Pero no quiero entrar en detalles. Hay cosas que si se exponen al aire pierden su perfume, y hay sentimientos del alma que no pueden traducirse al lenguaje de la tierra sin que pierdan su sentido íntimo y celestial. Son como aquella «piedra blanca que se dará al vencedor, en la que hay escrito un nombre nuevo que sólo conoce el que la recibe»

No hubo preguntas, ni luchas, ni sacrificios. Desde hacía mucho tiempo, Jesús y la pobre Teresita se habían mirado y se habían comprendido... Aquel día no fue ya una mirada, sino una fusión. Ya no eran dos: Teresa había desaparecido como la gota de agua que se pierde en medio del océano. Sólo quedaba Jesús, él era el dueño, el rey. ¿No le había pedido Teresa que le quitara su libertad, pues su libertad le daba miedo? ¡Se sentía tan débil, tan frágil, que quería unirse para siempre a la Fuerza divina...!

Su alegría era demasiado grande y demasiado profunda para poder contenerla. Pronto la inundaron lágrimas deliciosas, con gran asombro de sus compañeras, que más tarde comentaban entre ellas: «-¿Por qué lloraba? ¿Habría algo que la atormentaba? -No, sería porque no tenía a su madre a su lado, o a su hermana la carmelita a la que tanto quiere». No comprendían que cuando toda la alegría del cielo baja a un corazón, este corazón desterrado no puede soportarlo sin deshacerse en lágrimas...

No, el día de mi primera comunión, no me entristecía la ausencia de mamá: ¿no estaba el cielo [35vº] dentro de mi alma, y no ocupaba en él un lugar mi mamá desde hacía mucho tiempo? Entonces, al recibir la visita de Jesús, recibía también la de mi madre querida, que me bendecía y se alegraba de mi felicidad...

Y no lloraba tampoco la ausencia de Paulina. Qué duda cabe que me habría encantado verla a mi lado, pero hacía mucho tiempo que había aceptado ese sacrificio. Aquel día, sólo la alegría llenaba mi corazón; y yo me unía a mi Paulina, que se estaba entregando de manera irrevocable a Quien tan amorosamente se entregaba a mí... (Historia de un alma, cap. 4)

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

DEJANOS TU COMENTARIO

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...