Mes de las Misiones

Queridos hermanos y hermanas en el Señor:

En esta nueva oportunidad que el Señor nos regala para rezar y reflexionar juntos acerca de nuestra vocación misionera como bautizados, con ocasión de la Jornada Mundial de las Misiones , y la 82ª Colecta Mundial de las Misiones , y en el contexto del Octubre Misionero , quiero invitarlos a entrar con corazón sencillo y abierto pero en profundidad, en dos consecuencias de amor concreto que trae para nuestra vida cristiana la celebración de la Jornada Mundial de las Misiones.

El lema que ilumina la Jornada de éste año: «Dar nos libera» puede ser una «buena lámpara» que nos permita ver cuáles son esas consecuencias de las que hablo. «Dar nos libera» nos convoca e interpela al mismo tiempo . Es casi «una oración» que si nos detenemos a reflexionar, nace en la contemplación de la realidad de tantos hermanos nuestros que sufren hambre de amor, hambre de pan, hambre de justicia, hambre de Dios, hambre de generosidad. Es oportuno recordar aquí las promesas del Señor que encontramos en Is. 25,8 Destruirá la muerte para siempre; el Señor enjugará las lágrimas de todos los rostros, y borrará sobre toda la tierra el oprobio de su pueblo, porque lo ha dicho él, el Señor.

A nosotros bautizados, discípulos de Jesús, nos toca aprender los mismos sentimientos de Jesús - como nos lo recuerda el gran misionero Pablo: Tengan entre ustedes los mismos sentimientos de Cristo Jesús - y aquí entramos en una de las consecuencias de amor que nos compromete - pero que si la asumimos, nos hace constructores con nuestros gestos y actitudes concretas de una sociedad en la que la muerte sea desterrada: la muerte de las injusticias que generan el hambre y soledad de muchos, que crea una sociedad de los sin techo, sin educación, sin salud, sin voz, sin amor. Ninguno de nosotros puede olvidar que la experiencia del amor de Dios también pasa por los ojos y el corazón, por los gestos concretos de amor entre nosotros. Sino ¿por qué S. Pablo nos dirá en Rom. 13,8 que la única deuda con los demás sea la del amor mutuo: el que ama al prójimo ya cumplió toda la ley?

«Darnos nos libera», saca de nosotros lo mejor de cada uno, pone en acto nuestra capacidad de amar más allá de nuestros egoísmos y nuestros intereses personales. Nos libera de ese lastre que algunas veces se pega a nuestro corazón, y que no se asemeja en nada al corazón de Jesús, tan lleno de compasión, amor concreto y donación a los demás, sobre todo al hermano que más sufre.

Con el Octubre Misionero y muy particularmente en éste Domingo Mundial de las Misiones , a celebrarse el 11 y 12 de octubre , la Iglesia nos propone revitalizar nuestra oración llena de afecto y compasión, capaz de gestos concretos hacia todos aquellos hermanos - muchos de ellos atendidos y acompañados por misioneros y misioneras en distintas partes del mundo - a quienes el Señor quiere ser anunciado, conocido y amado como el Señor que es la Vida en abundancia, el consuelo, el amigo y el hermano que jamás abandona a los que en Él pusieron sus esperanzas.

Como Iglesia misionera todos y cada uno de nosotros estamos llamados a ser misioneros - y ahora hablamos de una segunda consecuencia de amor concreto - que nos compromete: ser Iglesia misionera , ser Iglesia que encuentra su razón de ser en la misión, desde la vocación que el Señor nos ha regalado a cada uno de nosotros para ponernos al servicio del Pueblo de Dios, con generosidad y sin retaceos o como espectadores ante el anuncio del Evangelio de la Vida con mayúscula, que quiere y espera ser comunicado a través de cada uno de nosotros.

«Dar nos libera», nos posibilita salir de nosotros mismos y mirar el mundo con ojos nuevos, sin fronteras ; nos inquieta e impulsa a no guardarnos la experiencia del amor que Dios nos tiene, y que no nos pertenece, sino que es para comunicarlo a los demás, para regalarlo, donarlo…porque gratuitamente lo hemos recibido.

P. Osvaldo Pablo Leone - Director Nacional de las OMP