Para Teresa el punto de partida para ser misionera y para acompañar la misión en el mundo entero, es siempre el encuentro con Jesús y la confianza sin límites en Él. Jesús lo es TODO, y en él y desde él es posible permanecer muy unidos a quienes llevan la Buena Noticia. No sabe el amor de fronteras o de impedimentos cuando se trata de darse y esto también lo sabía Teresa, por eso con una confianza sin límites conversaba con Jesús de todas aquellas noticias que venían desde más allá de los muros de su convento. Estaba segura que si esas noticias las ponía en el Corazón del Maestro, estaban en el lugar más adecuado y donde ni siquiera una de ellas sería desatendida.
Cada uno de nosotros, en este mes de las misiones podemos pedirle a Teresa de Lisieux que nos enseñe a amar como ella amó las misiones, que nos anime a darnos sin miedo, egoísmos o mediocridades en el servicio a los demás. Le podemos pedir que nos ayude a redescubrir la fuerza de la donación personal en el servicio, y la fuerza de la oración, ambos son fundamentales en el encuentro con Jesús, la Vida en abundancia. Donación y oración son las fuerzas con la que somos enviados a llevar la Buena Nueva en los ambientes donde nos movemos diariamente y más allá de las fronteras.
Amar con corazón misionero es animarse a mirar con los ojos del corazón, al estilo de Jesús, es dejar que tantos rostros cercanos y lejanos, de misioneros presentes en los cinco continentes, de todos aquellos que aún no conocen a Jesús y esperan que alguien les anuncie que Él es la Vida en abundancia (Jn 10,10) sean presencia en nuestro interior.
OMP-Argentina
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