miércoles, 1 de octubre de 2008

Amar con corazón misionero


Podríamos imaginarnos a Teresa de Lisieux como una joven monja de clausura muy al tanto de todas las noticias referidas a la misión en el mundo. Pero lo que quizás no es tan fácil imaginarse es la presencia de esas noticias en su corazón. Una cosa es oír las noticias, saber y otra muy distinta es dejar que nos ganen el corazón, dejar que muchos rostros sean presencia en nuestro interior. Teresa sabía que sólo se ve bien con el corazón y que la manera más eficaz de ayudar y apoyar la misión de llevar la Buena Nueva a todos, es dejarse ganar por esos rostros, hasta que naturalmente sean parte nuestro diálogo con el Señor de la vida y de la historia.

Para Teresa el punto de partida para ser misionera y para acompañar la misión en el mundo entero, es siempre el encuentro con Jesús y la confianza sin límites en Él. Jesús lo es TODO, y en él y desde él es posible permanecer muy unidos a quienes llevan la Buena Noticia. No sabe el amor de fronteras o de impedimentos cuando se trata de darse y esto también lo sabía Teresa, por eso con una confianza sin límites conversaba con Jesús de todas aquellas noticias que venían desde más allá de los muros de su convento. Estaba segura que si esas noticias las ponía en el Corazón del Maestro, estaban en el lugar más adecuado y donde ni siquiera una de ellas sería desatendida.

Cada uno de nosotros, en este mes de las misiones podemos pedirle a Teresa de Lisieux que nos enseñe a amar como ella amó las misiones, que nos anime a darnos sin miedo, egoísmos o mediocridades en el servicio a los demás. Le podemos pedir que nos ayude a redescubrir la fuerza de la donación personal en el servicio, y la fuerza de la oración, ambos son fundamentales en el encuentro con Jesús, la Vida en abundancia. Donación y oración son las fuerzas con la que somos enviados a llevar la Buena Nueva en los ambientes donde nos movemos diariamente y más allá de las fronteras.

Amar con corazón misionero es animarse a mirar con los ojos del corazón, al estilo de Jesús, es dejar que tantos rostros cercanos y lejanos, de misioneros presentes en los cinco continentes, de todos aquellos que aún no conocen a Jesús y esperan que alguien les anuncie que Él es la Vida en abundancia (Jn 10,10) sean presencia en nuestro interior.


OMP-Argentina

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