Les presentamos aqui a Hna Daniela, ella es coreana y esta en nuestro pais como misionera ad gentes, incardinada ya en nuestra provincia San Juan de la Cruz. Nos da mucho gozo su presencia, testimonio y servicio en nuestra demarcacion.
Quiero compartir con todos uds. mi experiencia en Argentina, donde desde el 4 de junio del 2010 comencé a vivir una nueva vida. El objetivo de mi vida misionera es vivir con el deseo de ser verdadera discípula de Jesús y, a la vez, como verdadera hija del P. Palau, tratando de imitar su espíritu: “Iré donde la gloria de Dios me llame”, respondiendo “SÍ” a la voluntad de Dios.
Durante el juniorado me ofrecí para ir a las misiones, pero ahora veo con cuánta paciencia el Señor me ha ido formando y preparándome por medio de experiencias vividas en España y Roma hasta llegar a entender las palabras de Jesús: “El que pone la mano en el arado y sigue mirando atrás, no vale para el Reino de Dios” (Lc 9, 62).
Después de 36 horas de viaje aterricé con corazón palpitante, con miedo y temblor en esta tierra tan deseada, Argentina. Al poco tiempo de llegar las hermanas me propusieron hacer una experiencia en zonas de misión. Al no poder hablar aún el español me preguntaba, ¿cómo podrá ser eso?, pero con la confianza de que el Señor me acompañaría, seguí a las hermanas hasta la zona de misión. Durante 10 días hice una experiencia misionera. A pesar de que me agarré una alergia que me hizo sufrir mucho, vi que el vivir con los pobres material y espiritualmente había sido un tiempo precioso preparado por el Señor para mí.
Dos meses después de la llegada, me destinaron a la ciudad de Bragado, cerca de Buenos Aires. Aquí tenemos una residencia para 100 ancianos que son atendidos por 3 hermanas enfermeras, más la hermana encargada de la cocina, la encargada del lavadero y una juniora. Las 6 hermanas, junto con el personal empleado atendemos a las ancianas. Yo me encargo de 27 señoras de 65 a 93 años. La Superiora es Hna. Etelvina, colombiana, misionera aquí. Patricia, que está haciendo el juniorado extensivo, es mi intérprete cuando yo no entiendo a las señoras. Juntas pasamos la visita por las habitaciones. Les preguntamos cómo se encuentran, qué molestias tienen, qué necesitan, etc. Hay que gritarles mucho porque algunas ya no oyen bien.
Las abuelitas tienen cosas muy graciosas. Todas las mañanas rezan el rosario juntas en el salón, pero si la que dirige se equivoca, las otras le corrigen e incluso alguna se pone nerviosa, hasta el punto de tener que llevarla a la habitación para calmarla con caricias y tomándola de la mano. Cuando ya se calma nos agradece la ayuda que le hemos prestado. Como es natural, olvidan mucho dónde dejan sus cosas; lo malo es que a veces piensan que se las han robado y arman lío. Yo al principio creía que era verdad, hasta que me di cuenta que era sólo imaginación suya.
Al ser una comunidad de ancianas, con frecuencia se presentan situaciones de emergencia en las que acudo a la Superiora pidiendo ayuda y en seguida me soluciona.
En mi vocación misionera me dan ánimo las palabras de Jesús que las llevo en mi corazón: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome cada día su cruz y sígame…” (Lc 9,23). Para no ser yo quien vive, sino Cristo quien vive en mí, cada día, cada momento trato de olvidarme de mí misma, con la confianza de que el Señor hará en mí su obra. Veo que cada día recibo mucho, mucho amor del Señor a través de las personas.
(Hna Daniela Kang del Sdo. Corazòn)
Hola Hna. Daniela que hermosa misión la suya, mis respetos para ud. me maravilla ver tanta fe en Dios nuestro Señor, espero que él le siga dando su fortaleza y a través de ud. algunas personas aumentemos nuestra fe.
ResponderBorrarSe le saluda desde Venezuela, Villa de Cura, aquí también tenemos un ancianato desde que yo era una niña (hoy tengo 58). Está dirigido por las Hermanas Catequistas de Lourdes