Señor, un día cayó agua sobre esta frente
que hoy lleva el sello de la ceniza.
Era el agua del promisorio nacimiento bautismal.
No se ha secado del todo pero se ha enturbiado
con el polvo del camino (a veces se ha llenado de lodo y fango)
Hoy, en este miércoles de ceniza, vengo a ti,
a ti, Señor, que eres manantial de “agua viva”.
“Reconozco mis faltas, hice lo que es malo a tus ojos”.
Pero tú, Señor, y sólo tú eres mi Dios.
Me buscas, me esperas, me comprendes, me recibes.
Con mi fragilidad a cuestas,
no dejo de marchar hacia ti.
Confío en ti.
Un día tu mano acariciará mi frente,
curarás todas mis llagas y tu rostro brillará sobre mí.”
Amén
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