viernes, 14 de octubre de 2011

COMENTARIO AL EVANGELIO DE ESTE DOMINGO XXIX (16 de octubre)


Los evangelios de hoy y del próximo domingo son dos escenas de controversia, en las que los fariseos buscan el modo de comprometer a Jesús en sus palabras, con el fin de hallar un motivo para acusarlo. El episodio de hoy gira en torno al tributo al César, el del próximo domingo sobre el mandamiento más importante de la Ley, y entre ambos se encuentra la pregunta de los saduceos sobre la resurrección de los muertos.
El censo de la población y el impuesto personal -que todos, excepto los niños y ancianos, estaban obligados a pagar- eran los signos más claros de la dominación romana sobre Palestina. Los partidarios de Herodes aceptaban esta situación. En el extremo contrario, los zelotas, por motivos religiosos, se negaban a pagar el impuesto y practicaban una resistencia activa: su único rey era Yahvé, y el dominio del emperador era para ellos intolerable. Los fariseos, por su parte, estaban especialmente preocupados por la observancia de la Ley y, mientras el poder romano no se enfrentase directamente con ella, solían aceptarlo.


La pregunta, por tanto, estaba puesta para que -tanto si respondía de modo afirmativo como negativo- Jesús quedase malparado ante las masas populares simpatizantes de los zelotas o ante el poder romano.
Las primeras palabras que se le dirigen serían un magnífico elogio de Jesús si hubiesen sido dichas con sinceridad. La mayor alabanza que podía hacerse de un maestro consistía en decir que era veraz y fiel en la interpretación de la Ley y que se comportaba libremente en su trato con las personas. Jesús se da cuenta inmediatamente de que, aparentando interés por una cuestión actual, lo que pretenden es hacerle caer en una trampa. Así, después de ponerlos en evidencia -"¡Hipócritas!, ¿por qué me tentáis?"-, hace que los mismos que han formulado la pregunta queden implicados en la respuesta.
Efectivamente, los que en la vida cotidiana admiten la moneda acuñada por el César, reconocen de este modo su soberanía sobre ellos y legitiman así los impuestos que pagan.
La respuesta de Jesús concentra su fuerza en la segunda parte: "a Dios lo que es de Dios", recordando en primer lugar que el centro de su misión es la predicación del Reino. Conceder a Dios lo que es de Dios supone darle la primacía y colocar al César en su justo lugar. Con esta respuesta, Jesús se distancia tanto de los zelotas, que querían una sociedad teocrática, como del emperador romano, que divinizaba su poder y su persona, excediéndose en sus atribuciones.

Para la revisión de vida
Dios nos habla (y guarda silencio) a través de la historia, en los acontecimientos grandes... y en los pequeños, en los cotidianos... ¿Dónde pretendo yo escuchar a Dios, dónde lo busco, en un cielo lejano, abstracto, teórico... o en los sucesos de la vida de cada día y en las personas que están a mi alrededor?
(Fuente: lecturadeldia)

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

DEJANOS TU COMENTARIO

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...