Los grandes contemplativos de la historia fueron hombres y mujeres sencillos, deseosos de vivir en plenitud su relación con Dios.
No por nada buscaban en libros y personas experimentales respuestas a sus interrogantes. Sta Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz, Francisco Palau y muchos otros hicieron la “subida al monte de la contemplación” en proceso de búsqueda.
El contemplativo es persona consciente de estar inhabitado por Dios: “El día que comprendí esto (la presencia de la Trinidad en el cielo de su alma) todo se iluminó en m interior y querría contar muy bajito este secreto a todos los que amo para que también ellos se unan a Dios” (Beata Isabel de la Trinidad) Se siente instrumento suyo y por eso desea ser siempre agradable en su presencia, en el evangelio de Juan el Señor nos dice: “El que me ama guardará mi Palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él” (Jn 14,23) esta promesa de Jesús, empuja al contemplativo a estar en tensión constante hacia Dios… No quiere otra cosa que no sea Dios y los asuntos de su gloria: “A la gloria de Dios debemos ordenar nuestra voluntad y todas las cosas…”(Francisco Palau y Quer)
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