miércoles, 10 de octubre de 2012

Euge nos comparte su experiencia apostólica..


Queridos/as Amigos/as:
                                      Con gran alegría, comparto con uds., que he realizado la experiencia apostólica en la comunidad de Wilde, Colegio San Ignacio, del 13 de Julio al 3 de Septiembre.
Sin dudas, fue un tiempo fuerte, de gracia, de verificar y seguir confirmando que,...” en todas las cosas interviene Dios para bien de los que lo aman”..., y como el Señor lleva mi vida según sus designios, su gran paciencia para conmigo y su pedagogía de Padre, y por todo lo vivido, poder ver cada día con mayor claridad que el Carmelo Misionero es el lugar donde Dios me invita a seguir su proyecto, y a entregar confiadamente mi vida.

Fue una gran bendición poder compartir y acompañar a las hermanas en sus tareas pastorales, realmente me conmovió y cuestionó mucho la realidad del Barrio Azul, ver tanta marginación, exclusión, las consecuencias de la droga, que va desintegrando familias, y terminando con la vida de tantos jóvenes, y ver en medio de tanto dolor y abandono la presencia de las hermanas, de la
comunidad parroquial Nuestra Señora de la Esperanza, la entrega del Párroco y la lucha y esfuerzo de tantos vecinos del barrio, que desde la humildad y sencillez, siguen trabajando por un mundo más justo. El poder compartir allí la Eucaristía, celebrar y compartir la fe, en una Iglesia tan cercana a los pobres,  a los más humildes colmó mi corazón de gozo y esperanza.

Muy enriquecedor fue ver el trabajo inmenso de las hermanas en el Colegio, en el que se pueden transmitir las riquezas del carisma en todo momento, tanto dentro como fuera de las aulas, ver como humaniza la presencia de las hermanas en los distintos espacios institucionales, lo distintas que son las relaciones alumnos- profesores, del personal docente y no docente entre ellos y con las hermanas, pude descubrir una realidad de colegio muy distinta y mucho más profunda que la que habitualmente vivo.
En el Colegio participé de algunas horas de catequesis de secundaria (las que habitualmente da Hna. María Eugenia Cáceres), en tercer grado compartí el curso con H. Berónica Herrera. También me gustó muchísimo compartir los recreos, las salidas de primaria, fue donde más pude conocer a las maestras y a los chicos, y me sirvió para reconocer que la tarea en el Colegio excede en mucho “las horas de clase”, que quizás era mi idea.

El trabajo pastoral es inmenso, durante todo el día, hay chicos realizando distintas tareas, encuentros, actividades. Pude conocer más de cerca  y participar en el área de misión, de visita al geriátrico, copa de leche: ver el compromiso, la participación y responsabilidad de los chicos, fue muy lindo, realmente es una gran oportunidad que tienen de vivir el mandamiento del amor, con toda la energía y alegría de la adolescencia, espacio que les permite vivir la solidaridad, realmente ¡me encantó!. También a ellos les tengo que agradecer, por su apertura y generosidad conmigo. Por todo esto es que no puedo dejar de dar gracias a Dios por permitirme conocer y ser parte por este tiempo de ésta gran obra de Dios, a través del trabajo de las hermanas y de tantos laicos que las acompañan.

Todo esto fue posible, al compartir con la comunidad, a través de la generosidad y apertura de las hermanas, que me permitió inmediatamente “sentirme en casa”, y vivir la fraternidad, y descubrirlas hermanas, a pesar de lo poquito o nada que las conocía. Por eso no me canso de agradecer a Dios, por la vida, la vocación, el cariño y acompañamiento que me brindaron Hna. María Babdji, Bero Herrera, Carolina Contreras y Maru Cáceres, desde el corazón, muchas gracias, por ser cada una, instrumentos de Dios, de las que pude aprender y valorar desde la diversidad, la riqueza y profundidad de las Carmelitas Misioneras, y ver en un lugar más, la fecundidad de la vida entregada.

Como verán, realmente fue un tiempo de mucha gracia y bendición para mi vida,  por eso no me queda más por decir que ¡MUCHAS GRACIAS! a todos, en primer lugar a la comunidad y también a todos los que trabajan, estudian, colaboran con el Colegio San Ignacio.

María Eugenia Hall, novicia.

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