Shemá Israel!!!!!!! |
Dt 6,2-6: Escucha
Israel: Amarás al Señor con todo el corazón
Salmo responsorial
17: Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza
Heb 7,23-28: Como
permanece para siempre, tiene el sacerdocio que no pasa.
Mc 12,28b-34: No
estás lejos del Reino de Dios
En las estepas de Moab, Moisés da sus últimas instrucciones
al pueblo que se prepara para entrar a la tierra de Canaán. Atrás quedó Egipto,
debió quedar. Y atrás quedó también el desierto donde supuestamente el pueblo
tuvo que haber aprendido muchas cosas que tendrán que ser muy útiles para su
proyecto como pueblo en la tierra de la libertad. Egipto será un lugar para
nunca volver, al desierto será necesario volver cuando el pueblo olvide o
pierda su horizonte ya que ése es el espacio ideal para el reencuentro con su
Dios, para dejarse reconquistar por él (cf. Os 2,14). Aquí, pues, en su
despedida, Moisés insiste en lo más importante para que el pueblo tenga vida:
cumplir las instrucciones y normas que el Señor ha dado. El texto del
Deuteronomio que leemos hoy es el alma, la guía, la hoja de ruta que Israel no
puede descuidar ni cambiar por otra cosa so riesgo de perderse y perecer como
nación. La connotación en hebreo del verbo shemá lleva implícito el imperativo
de obedecer, poner en práctica, y eso era lo que tenía que haber hecho el
pueblo: escuchar obedeciendo, escuchar poniendo en práctica.
La redacción de este pasaje, aunque aparenta ser de una
época previa a la conquista y posesión de la tierra, en realidad es de una
época en la cual Israel ha probado y experimentado en carne propia lo que
significa no escuchar poniendo en práctica los mandatos y preceptos del Señor.
Estamos en la llamada época del post-exilio, Israel ha pasado por las
experiencias históricas más crueles y difíciles: desaparición del sistema solidario
tribal, aparición de la monarquía (punto de partida de todos sus pecados),
división del reino, destrucción de ambos reinos, deportación. En todo momento
Israel fue instruido por medio de los profetas que siempre lo invitaban a
reorientar su camino, pero la queja de Dios fue siempre constante: «Israel no
me escucha» (Sof 3,2), no me obedece, va camino a la perdición.
Las experiencias históricas obligan a Israel a aprender qué
significa escuchar a su Dios y poner en práctica su Palabra, su instrucción. Con
base en todo lo que le ha pasado, Israel descubre que los mandatos del Señor no
buscan atarlo, cerrarle horizontes ni poner a todo un pueblo bajo la dirección
de un Dios caprichoso. No es un Dios cualquiera el que libre y espontáneamente
ha optado por este pueblo, es un Dios de Vida que sólo busca orientar al pueblo
por sendas de vida. Israel no entendió siempre así el propósito de Dios y se
fue detrás de otros dioses, y cuando se metió en el proyecto de otras
divinidades empezó a perderse, se confundió y resultó siendo peor que otros
pueblos que no conocían al verdadero y único Dios. Así pues, después de
sobrevivir a las más duras experiencias, Israel vuelve a recordar cuál era
desde el principio la propuesta de su Dios: amarlo sólo a él, buscarlo sólo a
él y no confiarse de ninguna otra propuesta por más llamativa que fuera para no
volver a caer en un fracaso peor.
El evangelio nos presenta la versión marquiana de la
pregunta a Jesús sobre el mayor y más importante de los mandamientos. La
versión mateana (Mt 22,34-40) tuvimos oportunidad de reflexionarla hace unos
días. Ambas versiones están ubicadas en el mismo contexto de la discusión de
los saduceos con Jesús a cerca de la resurrección de los muertos. Cuando los
fariseos ven que Jesús ha callado a los saduceos, se juntan con los escribas
para ponerlo ellos también a prueba, pensarán que con ellos tal vez no saldrá
tan bien librado. Y es que «pasar el examen» con los fariseos y maestros de la
ley, seguramente no era fácil dado que para ellos la ley no era sólo aquella
que Dios había dado a su pueblo por medio de Moisés, recordemos que en tiempos
de Jesús esta gente manejaba ¡más de medio millar de mandatos y preceptos!
Dependiendo de su forma de ver y de pensar, un mandato podía variar de
importancia para unos y para otros, pues como es normal había distintas
tendencias o escuelas, alguna muy liberal otra no tanto. ¿Cuál de ellas está
representada aquí? No lo sabemos. Por la respuesta del escriba a Jesús, uno
podría pensar que se trataba de una tendencia bastante liberal (vv. 32-33), al
punto que a Jesús le pareció simpática su respuesta y le advierte lo cerca que
está del reino de Dios.
Jesús se encuentra con que su pueblo cumple con una norma de
varios siglos. Todos los días, tres veces al día todo israelita varón recita el
«Escucha Israel... el Señor nuestro Dios es uno sólo, a él amarás.», el shemá,
pero como sucedía desde, ese shemá se quedó solo en el campo auditivo, al campo
de la práctica no se ve, y eso es lo que Jesús denuncia a lo largo de su ministerio,
muchas palabras, muchas normas y preceptos, mucho apelo a Dios para todo,
muchas frases de la ley en los bordes del manto, en el marco de las puertas, en
el brazo, en la frente, pero nada en el corazón y menos aún en la vida
ordinaria, en la práctica cotidiana.
En la comunidad de Marcos se están presentando situaciones
similares a las del judaísmo. Las normas y preceptos que conocen los primeros
cristianos son necesariamente aquellas que vienen del mundo judío; ahora,
¿serán de obligatorio cumplimiento todos esos preceptos en esta nueva
experiencia de vida que se supone está animada por la presencia viva del Señor
resucitado? Lo primero y más importante que los creyentes deben tener en cuenta
es que no se trata de una adhesión a una divinidad distinta a la del judaísmo.
Es el mismo Dios revelado a pueblo de Israel y en la Escritura, es el mismo
Dios de Jesús, por tanto lo que primero tiene que hacer el cristiano es
profesar su fe, amor y adhesión a ese Único Dios en términos de «escuchar» su
Palabra y ponerse en función de obedecerle. Ese es el proyecto de vida de
Jesús, eso fue lo que movió toda su vida y su obra y eso es lo que tiene que
mantener vivo al cristiano, su adhesión a ese único y verdadero Dios a quien no
le interesa otra cosa que el amor y adhesión a El lo vivan sus fieles en el
amor mutuo y fraterno. No tiene sentido para Jesús hablar del amor a Dios sin
tener en cuenta la ÚNICA puerta de acceso a Él: el prójimo.
Para la revisión de
vida
También yo soy invitado a «escuchar», escuchar y obedecer la
Palabra, ¿qué valor doy a la Palabra de Dios que escucho frecuentemente? ¿Me
impulsa de verdad a obedecer, a cambiar mis actitudes?
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