Dios se ha revelado al ser humano
invitándolo a un diálogo de comunión. La persona humana responde con la fe. “Dios invisible habla a los hombres como
amigo, movido por su gran amor y mora en ellos para invitarlos a la
comunicación consigo y recibirlo en su compañía” (DV 2).
La fe es la adhesión personal del hombre
a Dios que se revela y se entrega a él. El orante, por la fe, abre todo su ser
para acoger a Dios que se dona libremente, y obedece, llevando a la vida, su
Plan de Amor, el querer de Dios.
La fe no es un acto aislado; es un acto
de la comunidad eclesial. A lo largo de la Historia de
la Salvación
innumerables testigos orantes han abierto los oídos del corazón para escuchar y
cumplir, con obediencia de amor, el querer de Dios:

(Fuente: Revista
Orar)
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