El logo y el lema ofrecen juntos una buena síntesis del Año jubilar.
Con el lema “Misericordiosos
como el Padre” (tomado del Evangelio de Lucas, 6,36) se propone vivir la
misericordia siguiendo el ejemplo del Padre, que pide no juzgar y no condenar,
sino perdonar y amar sin medida (cfr. Lc 6,37-38).
El logo – obra del jesuita
Marko I. Rupnik – se presenta como un pequeño compendio teológico de la
misericordia. Muestra, en efecto, al Hijo que carga sobre sus hombros al hombre
extraviado, recuperando así una imagen muy apreciada en la Iglesia antigua,
porque indicaba el amor de Cristo que lleva a término el misterio de su
encarnación con la redención. El dibujo se ha realizado de manera que se
destaque el Buen Pastor que toca en profundidad la carne del hombre, y lo hace
con un amor capaz de cambiarle la vida. Además, es inevitable notar un detalle
particular: el Buen Pastor con extrema misericordia carga sobre sí la
humanidad, pero sus ojos se confunden con los del hombre. Cristo ve con el ojo
de Adán y este lo hace con el ojo de Cristo. Así, cada hombre descubre en Cristo,
nuevo Adán, la propia humanidad y el futuro que lo espera, contemplando en su
mirada el amor del Padre.
La escena se coloca dentro la mandorla que es también una
figura importante en la iconografía
antigua y medieval por cuanto evoca la copresencia de las dos naturaleza,
divina y humana, en Cristo. Los tres óvalos concéntricos, de color
progresivamente más claro hacia el externo, sugieren el movimiento de Cristo
que saca al hombre fuera de la noche del pecado y de la muerte. Por otra parte,
la profundidad del color más oscuro sugiere también el carácter inescrutable
del amor del Padre que todo lo perdona.
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