La trata de personas es un delito que explota a mujeres,
niños y hombres con numerosos propósitos, incluídos el trabajo forzoso y la
explotación sexual. Desde 2003, la UNODC ha recopilado información sobre
aproximadamente 225.000 víctimas de la trata detectadas en todo el mundo. A
nivel mundial, cada vez son más los países que detectan a víctimas y denuncian a
los traficantes de estas mafias. Ello conlleva una mayor facilidad en la
detección de estas víctimas, pero también un aumento de las cifras como
consecuencia.
Todos los países están afectados por la trata, ya sea como
país de origen, tránsito o destino de las víctimas. Los traficantes todavía
siguen amenazando principalmente a mujeres y niñas. La gran mayoría de las
víctimas con fines de explotación sexual y el 35% de las víctimas con fines de
trabajo forzoso son mujeres. Los conflictos agravan todavía más el problema, ya
que los grupos armados sobreexplotan a los civiles y los traficantes aprovechan
esta situación captando forzosamente a personas desplazadas huidas de dichas
zonas.
Los datos también muestran que la trata de personas ocurre a
nuestro alrededor, ya que la proporción de
personas afectadas dentro de su
propio país se ha duplicado en los últimos años al 58% de todas las víctimas
detectadas, según el Informe
mundial de la UNODC de 2018 sobre la trata de personas.
En 2010, la Asamblea General adoptó un Plan de Acción
Mundial para Combatir el Tráfico de Personas, urgiendo a los Gobiernos de todo
el mundo a derrotar este flagelo. El Plan llama a integrar la lucha contra la
trata en los programas de las Naciones Unidas para el fomento del desarrollo y
el refuerzo de la seguridad mundiales. Una provisión crucial del Plan es el
establecimiento de un Fondo Voluntario Fiduciario para las víctimas del
tráfico, especialmente mujeres y niños.
Este fondo facilita la asistencia y la protección efectivas
y directas a las víctimas de la trata mediante las subvenciones a
organizaciones no gubernamentales especializadas. El objetivo es priorizar a
las víctimas provenientes de conflictos armados o que forman parte de grandes
corrientes migratorias o de refugiados.
En 2013, la Asamblea General sostuvo una reunión para
evaluar el Plan de Acción Mundial. Los Estados miembros adoptaron la
resolución A/RES/68/192 y
designaron el 30 de julio como el Día Mundial contra la Trata. En la
resolución, se señala que el día es necesario para «concienciar sobre la
situación de las víctimas del tráfico humano y para promocionar y proteger sus
derechos».
En septiembre de 2015, los países aprobaron la Agenda 2030
para el Desarrollo Sostenible y aceptaron cumplir los objetivos y las metas
relacionados con la lucha contra la trata. Estos objetivos piden que se ponga
fin a la trata y la violencia contra los niños, que se tomen medidas contra la
trata en general, y que se acabe con todas las formas de violencia contra las
mujeres y niñas y de su explotación.
Justo un año más tarde, tuvo lugar otro acontecimiento
importante, la Cumbre
sobre los Refugiados y los Migrantes en la que se aprobó la Declaración de Nueva York . En este
documento, los países se comprometen a cumplir 19 puntos, tres de los cuales,
precisamente, se centran en combatir la trata de personas y el contrabando de
migrantes.
Pidamos a nuestros gobiernos que actúen frente a la trata de
personas
A pesar de que son muchos los países que poseen leyes
nacionales en la lucha contra la trata de personas siguiendo los protocolos establecidos por las
Naciones Unidas, el tráfico sigue siendo una realidad. Es más, en muchos
países las víctimas puede hasta llegar a ser criminalizadas mientras que los
traficantes quedan impunes.
Por todo ello, este día pretende subrayar la importancia de
que los gobiernos tomen medidas a favor de las víctimas. Y para ello, no solo
es esencial el gobierno en sí, sino que es necesario que nosotros también
tomemos partido en presionar en la lucha por prevenir este cruel crimen.
(Fuente: un.org)
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