Cuentan de un
hombre que había realizado cuarenta días de Ayuno Verbal, o sea cuarenta días
seguidos sin hablar como una manera de lograr la expiación. Lo que lo motivó a
realizarlo fue que le habían dicho que luego de hacer ese tipo de ayuno uno
merecía ver al profeta Eliahu.
Al completar su
período de ayuno y no ver al profeta Eliahu se sintió defraudado. Fue a su
Rabino a quejarse. “Realicé el Ayuno Verbal durante cuarenta días y no merecí
ver al profeta Eliahu,” dijo, con lágrimas en los ojos.
El Rabino lo
llevó a la ventana de su despacho y abrió la cortina. “¿Qué ves ahí, debajo de
aquel árbol?” preguntó, apuntando a un punto en la distancia.
“Veo un burro,”
respondió el hombre.
“Pues ese burro
tampoco habló durante los últimos cuarenta días… No alcanza con simplemente no
hablar; depende qué se hace en lugar de hablar,” aclaró el Rabino.
El día de ayuno (Cuento popular)
Un rabino que habituaba ayunar todos los sábados, se
ausentaba a la hora de la comida, desapareciendo de la vista de todos.
Esto despertó la curiosidad de su congregación, que se
preguntaba a dónde iría aquel rabino cada vez que se alejaba.
Todos se imaginaban que en su tiempo de ayuno se
encontraba secretamente con Dios, y para averiguarlo, designaron a un miembro
de la congregación para que lo siguiera.
Fue así que el espía vio como el rabino se disfrazaba de
campesino y atendía a una mujer pagana paralítica, limpiando su casa y
preparando para ella la comida del sábado.
Cuando el espía regresó, algunos miembros de aquella
congregación corrieron a preguntarle: “¿Qué ha hecho el rabino en sus horas de
ayuno? ¿A dónde ha ido?”
“¿Lo has visto ascender al cielo?”
“No - respondió el otro- ha subido aún más arriba”
REFLEXIONEMOS
Ambos cuentos dan para pensar y reflexionar.
1)¿ Qué tienen en común estos cuentos?
2)¿ Cómo querés vivir éste tiempo de cuaresma, cumpliendo con un precepto o viviendo el evangelio en tu vida cotidiana?
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