Hoy comenzamos el nuevo tiempo litúrgico de Cuaresma. El
miércoles de Ceniza hace de puerta de entrada al largo camino de 40 días de
preparación para la Pascua y los cristianos empezamos con el fuerte deseo de
hacer un proceso de conversión, es un tiempo
de oración, penitencia y ayuno. Cuarenta días que la Iglesia marca para la
conversión del corazón.
ORIGEN Y SENTIDO DE LAS CENIZAS HOY
La ceniza se empezó a imponer a
todos los fieles en el siglo IX, cuando hubo decaído la práctica de la
penitencia pública. La ceniza es signo de conversión y recuerdo de la muerte
(Gn 3,19). Su recepción es expresión de la voluntad de conversión ante la
llamada de Dios, se trata de asumir una actitud de humildad. Con la imposición
de las cenizas damos comienzo al tiempo Cuaresmal, tiempo de penitencia y
preparación
para celebrar el Misterio Pascual.
Las lecturas de la Eucaristía del
día invitan a la autenticidad de las obras penitenciales de la cuaresma: Jl 2,
12-18; 2Cor 5, 20-6,2 y Mt 6, 1-6.16-18.
También la “liturgia de las
horas”(o sea los textos de recitación de salmos, lecturas y preces que realizan
todos los consagrados cada día) completa esta perspectiva programática de la
cuaresma con el texto de Isaías 58,1-12 y otros profetas; al igual que la carta
de San Clemente en el oficio de lectura.
EL AYUNO Y LA ABSTINENCIA
El miércoles de ceniza y el
viernes santo son días de ayuno y abstinencia. La abstinencia obliga a partir
de los 14 años y el ayuno de los 18 hasta los 59 años. El ayuno consiste en
hacer una sola comida fuerte al día y la abstinencia es no comer carne. Este es
un modo de pedirle perdón a Dios por haberlo ofendido y decirle que queremos
cambiar de vida para agradarlo siempre.
Pidamos al Señor nos conceda la
gracia de comprometernos con un verdadero cambio de vida, y como signo recibir
las cenizas que nos recuerdan que “somos polvo y en polvo nos convertiremos”, o
también que Dios nos pide “convertirnos
y creer en el evangelio”
Nuestra Madre acompaña el andar y
alienta la vida con su intercesión constante y maternal confiémosle a Ella
nuestras vidas y la de toda la humanidad para que Cristo reine en cada corazón.
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