Un científico, vivía con preocupación todos los problemas del mundo. Estaba decidido a encontrar por todos los medios una solución. Pasaba días en su laboratorio, en busca de respuestas.
Cierto día, su hijo de 7 años, invadió su lugar de trabajo, dispuesto a ayudarle a encontrar esa ansiada solución.
El científico, nervioso por la interrupción, le pidió al niño que fuese a jugar a otro lugar. Viendo que era imposible sacarlo, el padre pensó en algo que pudiera distraer su atención: encontró una revista, donde había un mapa del mundo, ¡justo lo que precisaba!
Con una tijera, recortó el mapa en varios pedazos y se los entregó al niño con un rollo de cinta, diciendo: Hijo, como te gustan tanto los rompecabezas, te voy a dar el mundo en pequeños pedazos, para que lo repares.
El científico pensaba, quizás se demoraría meses en resolverlo, o quizás nunca lo lograse, pero por lo menos, le dejaría tranquilo por un tiempo; pero no fue así. Pasadas algunas horas, escuchó la voz del niño: “Papá, papá, ya hice todo, conseguí terminarlo”.
Al principio el padre no dio crédito a las palabras del niño. ¡No puede ser, es imposible que a su edad, haya conseguido recomponer un mapa que jamás había visto antes!
Levantó la vista de sus anotaciones, con la certeza de que vería un trabajo digno de un niño: Para su sorpresa, el mapa estaba completo. Todos los pedazos habían sido colocados en sus debidos lugares. ¿Cómo era posible? ¿Cómo había sido capaz?
-“Hijito, tú no sabías cómo es el mundo, ¿cómo lograste armarlo?”
-“Papá, yo no sabía cómo era el mundo, pero cuando sacaste el mapa de la revista para recortarlo, vi del otro lado la figura de un hombre. Así que le di la vuelta a los recortes y comencé a recomponer al hombre, que sí sabía cómo era.
Cuando conseguí arreglar al hombre, di vuelta la hoja y
me di cuenta que había arreglado al mundo.”
Reflexionemos
A veces nos rompemos la cabeza buscando la solución fuera de nosotros, en los demás; este cuento nos recuerda que el cambio comienza por uno mismo, es lo que hizo Jesús al abajarse a nuestra nada, hacerse uno de nosotros y entregarse por nuestra causa. San Pablo nos recuerda que el acto de justicia de Jesús producirá para todos los hombres la justificación que conduce a la Vida (Rom 5, 18)
Qué te parece si comenzamos por vos y por mí para cambiar el mundo?
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