A veces pienso que deberíamos poner en las parroquias, en la
puerta, un cartel que diga “Entrada libre”, la parroquias deben ser comunidades
cercanas, sin burocracia, centradas en las personas, y donde encontrar el
regalo de los Sacramentos. Tienen que volver a ser escuelas de servicio y
generosidad, con sus puertas siempre abiertas a los excluidos. Y a los incluidos.
A todos. Las parroquias no son un club para pocos, que dan una cierta pertenencia
social. Por favor, seamos audaces. Replanteémonos
todos el estilo de nuestras comunidades parroquiales.
Oremos para que las parroquias, poniendo la comunión, la
comunión de la gente, la comunión eclesial, en el centro sean cada vez más comunidades
de fe, de fraternidad y de acogida a los más necesitados.
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