LA ALEGRIA DE JESÚS
He descubierto en la misa diaria un consuelo, una alegría indescriptible, una paz sobrenatural que en ningún otro lugar se puede hallar.
Hoy fui a misa temprano. He descubierto en la misa diaria un consuelo, una alegría indescriptible, una paz sobrenatural que en ningún otro lugar se puede hallar. La santa misa. Por eso voy cada vez que puedo. Recuerdo una vez que salía ilusionado de la Iglesia. Iba con tal gozo que el sacerdote, que charlaba con una persona en la puerta, me detuvo y con cariño advirtió: -Llevas una alegría muy grande. Yo sólo sonreí, sin poder contener esta paz que se desbordaba en mi alma. -Regálame un poco –me dijo entonces sonriendo. -No es mía –le respondí. Y señalé al Sagrario -. Es de Jesús. Él es quien la da. -Es verdad – reconoció el buen sacerdote –También le pediré. Y se despidió con un abrazo, emocionado.¡Qué bueno eres Señor, que te has quedado con nosotros!.
Hoy fui a misa temprano. He descubierto en la misa diaria un consuelo, una alegría indescriptible, una paz sobrenatural que en ningún otro lugar se puede hallar. La santa misa. Por eso voy cada vez que puedo. Recuerdo una vez que salía ilusionado de la Iglesia. Iba con tal gozo que el sacerdote, que charlaba con una persona en la puerta, me detuvo y con cariño advirtió: -Llevas una alegría muy grande. Yo sólo sonreí, sin poder contener esta paz que se desbordaba en mi alma. -Regálame un poco –me dijo entonces sonriendo. -No es mía –le respondí. Y señalé al Sagrario -. Es de Jesús. Él es quien la da. -Es verdad – reconoció el buen sacerdote –También le pediré. Y se despidió con un abrazo, emocionado.¡Qué bueno eres Señor, que te has quedado con nosotros!.
Autor: Claudio De Castro
Publicado en: catholic.net
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
DEJANOS TU COMENTARIO