CIUDAD DEL VATICANO, viernes 17 de octubre de 2008 (ZENIT.org).- Publicamos el mensaje que leyó el nuncio apostólico en Argentina, monseñor Adriano Bernardini, en el acto organizado por la Universidad Católica Argentina, el 16 de octubre de 2008, para recordar los 30 años de la Mediación de Juan Pablo II en el diferendo austral entre Argentina y Chile.
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Señor Cardenal:
Con motivo de la Jornada dedicada "A 30 años de la Mediación de Su Santidad Juan Pablo II en el Diferendo Austral entre Argentina y Chile", organizada por la Pontificia Universidad Católica Argentina de Buenos Aires el próximo 16 de octubre, el Santo Padre Benedicto XVI desea hacer llegar un afectuoso saludo a los participantes en ese solemne acontecimiento.
Las celebraciones programadas quieren recordar la mediación pontificia que contribuyó a resolver una controversia, que corría el riesgo de convertirse en un conflicto, y reflexionar sobre los frutos de paz que de ella han derivado hasta nuestros días.
El recuerdo de los acontecimientos de hace treinta años está indisolublemente unido a la amada figura del Papa Juan Pablo II y a la destacada obra de su Delegado especial, el cardenal Antonio Samorè, ambos muy comprometidos en la búsqueda de la paz y de la concordia entre los pueblos argentino y chileno, unidos desde siglos por sólidos vínculos de fe y solidaridad. Es obligado mencionar también al Card. Agostino Casaroli y a sus colaboradores que, tras la muerte del llorado Card. Samorè, finalizaron los trabajos de mediación, hasta conseguir la firma de un Tratado de Paz y Amistad, que tuvo lugar en el Vaticano el 29 de noviembre de 1984. Fue un ejemplo admirable de construcción de la paz a través de la vía maestra y siempre actual del diálogo, que tiene como finalidad no la supremacía de la fuerza y del interés, sino la afirmación de una justicia ecuánime y solidaria, fundamento seguro y estable de la convivencia entre los pueblos.
A treinta años de aquellos hechos, la mediación de Beagle sigue siendo un ejemplo que se puede poner para llamar la atención de la Comunidad internacional, que demuestra, junto a la paciencia y a la responsabilidad de las partes implicadas, cómo en todas las controversias el diálogo no perjudica los derechos, sino que amplía el campo de las posibilidades razonables para resolver las divergencias. Es necesario, por tanto, seguir recurriendo a la diplomacia y a sus métodos de negociación, para garantizar la paz, la seguridad y el bienestar. Las nuevas generaciones, teniendo presente las lecciones de la historia, antigua y reciente, están llamadas a mirar el futuro con ojos de esperanza y a comprometerse en la realización de la civilización del amor, de la cual Juan Pablo II fue profeta, aunque no siempre fuera escuchado.
Mientras desea que la iniciativa contribuya a reforzar los vínculos de paz y amistad entre los pueblos hermanos de la región, el Santo Padre invoca sobre todos los participantes en esa Jornada, abundantes gracias divinas e imparte cordialmente a las queridas poblaciones argentina y chilena, como signo de su paterna solicitud, la Bendición Apostólica."
Cardenal Tarcisio Bertone, Secretario de Estado de Su Santidad
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