Para escribir del padre Palau, se mezclan inmediatamente en mís frases y recuerdos, las Carmelitas Misioneras que me presentaron de una manera muy original a mi entender, haciendo presente con alegría, el Amor a Dios y al Prójimo en el gesto mas sencillo para con los necesitados.
Este testimonio de a poco fue despertando en mí el anhelo de conocer al profeta, al místico y buscador de Dios.
Descubrir que como él, cada uno de nosotros trata de buscar a Dios en las distintas realidades donde nos toca estar. Del Vedrá aprendí la oración contemplativa, el valor del silencio para escuchar a Dios, el prepararse para el encuentro tan esperado con la cosa amada:La iglesia, y que la oración me lleva al servicio alegre de mis hermanos.
Lo que más me impactó cuando conocí su biografía fue la sencillez, pero con gran personalidad con que llevó a cabo la voluntad de Dios. A pesar de las dificultades que le tocó superar, se mantuvo siempre fiel a lo que Dios le pedía.
Siempre estuvo en su vida el empezar de nuevo cada vez que todo parecía terminarse o fracasar, confiar en la voluntad de Dios a pesar de todo lo que le sucedía, a buscar a Dios en el rostro del hermano y contar con la maternal compañía de nuestra madre la virgen María en todo momento.
Todo esto me ayudo a crecer personalmente y espiritualmente en mi querida comunidad del Carmelo Misionero Seglar, donde hacemos presente y compartimos esta riqueza de nuestro padre Francisco Palau, estando siempre atentos a las necesidades de la Iglesia.
Comparto con ustedes la primera frase que leí en la casa de las Carmelitas Misioneras en Santa Bárbara, Tucumán.
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