La Carmelita Misionera es, de derecho, una MISIONERA DE CUERPO ENTERO. Y esto, no sólo porque en su congregación se verifica el significado integral que han tenido a través de los siglos los conceptos de “misión” y “misionero”, sino también porque ese espíritu misional se convierte para ella en todo un programa de vida santa y santificadora.
Programa de vida espiritual tan sencillo en su concepción como hermoso y completo en su realización.
Porque el espíritu misional de la Carmelita Misionera brota del purísimo hontanar del Evangelio, del mandamiento nuevo de Cristo, -EL MISIONERO POR EXCELENCIA DE LA HUMANIDAD- quien resumió toda la Ley y la voluntad de Dios revelada en un precepto de doble vertiente, a saber, amor a Dios y al prójimo…
Para la Carmelita Misionera la tarea misional no es algo accidental y sobreañadido a su vocación… sino un fin propio y específico en la Iglesia católica. Más concisamente aún: su misión en la Iglesia de Dios es ser misionera.
(P. Otilio Rodríguez, OCD: “Misioneras de Cuerpo Entero”)
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