En medio de la maravillosa variedad de agrupaciones religiosas inspiradas por el Espíritu Santo en su Iglesia(PC1, LG 43), el Carmelo Misionero ha sido distinguido con un carisma peculiar y le ha sido confiada una misión específica en la edificación del Cuerpo de Cristo (Ef 4,12; LG 44; PC 1,6)
El Beato Francisco Palau y Quer, Carmelita descalzo, fue el instrumento providencialmente elegido para plasmar nuestra forma de vida. Vida que brota de la compenetración de su espíritu con el misterio de la Iglesia y se realiza como íntima y permanente comunión con el Cristo Total. Está radicalmente vinculada a la tradición espiritual del Carmelo Teresiano cuya herencia enriquece y cuya fisonomía configura con rasgos nuevos y originales.
A lo largo de nuestra historia las Carmelitas Misioneras hemos procurado mantenernos fieles al espíritu y a los propósitos del Fundador, desarrollando gradualmente su legado en disponibilidad absoluta y confiada a la Iglesia, cuyo Magisterio ha refrendado solemnemente nuestra fórmula de vida (Primero en 1867; luego, definitivamente en 1907 y 1017) honrándola más tarde con el título de “misionera” (Decreto con fecha de 29 de abril 1941)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
DEJANOS TU COMENTARIO