Icono de Santa Teresa de Jesús de Ávila
Realizado en el Monasterio de la Anunciación — Nazaret.
iconos en general. Estos nacen en Oriente, antes del cisma de In Iglesia. Después de la división la iconografía continúe desarrollándose en las iglesias ortodoxas y más tarde también en las iglesias orientales unidas a Roma. Después de algunas décadas el arte iconográfico se desarrolló también en Occidente coma señal de un retorno a las Fuentes, ya que este formaba parte de la tradición de la Iglesia Una, antes de la división.
Es legítimo pintar los iconos de los santos de la Iglesia
Latina, porque la santidad pertenece a la Iglesia Una, pero es necesario
respetar la tradición y las reglas de la pintura icnográfica, si uno quiere
pintar un icono y no un cuadro. Ahora bien, si los santos del Oriente tienen
numerosos iconos que pueden imitar y a veces también copiar; no sucede lo mismo
con los santos occidentales. Se trata aquí de una creación totalmente nueva, ya
que no existe un modelo antecedente a imitar.
Realizar un icono de Santa Teresa, la Grande, significa
al mismo tiempo inspirarse en la tradición de la iconografía bizantina y
transmitir su espiritualidad latina absolutamente única.
La icnografía está lejos del arte naturalista: el icono
de un santo no es un retrato físico, sino más bien tiende a expresar la persona
transfigurada, o tal como Dios la ha creado, como Dios la ha querido. Se trata
de evidenciar, en cuanto es posible, la vida interior del santo o de la santa.
Su aspecto físico pasa a un segundo plano. Solo se admiten ciertos rasgos
particulares que nos permiten identificar al santo, pero el rostro debe
permanecer icnográfico.
En el caso del icono de Santa Teresa, es de notar que el
hábito corresponde al que llevaban las carmelitas descalzas de su época, lo
mismo se puede decir de las sandalias; pero la manera de representar el hábito
no es naturalista: los pliegues son estilizados con juegos de luz y sombra,
según las reglas de la iconografía. En efecto, toda la luz brota del interior
del icono, sin sombra proyectada del exterior, como si viniese del sol o de una
lámpara.
Al centro del icono está Jesucristo, del que Teresa ha
tenido visiones, pero aquí se trata de un Cristo transfigurado con su aspecto
iconográfico y no tal como lo veía S. Teresa.
A un costado San José, discretamente aparte, no siendo
una presencia esencial sin embargo tiene un rol importante, es a él que Teresa.
en la oración, le ha confiado la tarea de velar por sus fundaciones.
Toda la escena esta circundada por bastiones como los de
Ávila, que al mismo tiempo significan los muros de los monasterios y el muro
del "castillo interior", pasaje esencial de la espiritualidad de S.
Teresa.
En la parte superior del icono, una mariposa evoca la
imagen que Santa Teresa se hacía del alma inmortal.
Al interior del recinto hay un pozo que alimenta la
lluvia de la gracia, de manera que se forma un río de esta misma gracia, que
corre en dirección al mundo, saliendo por el portón del monasterio. Estas son
todas imágenes sacadas de los escritos de la Santa.
Finalmente. Santa Teresa tiene en su mano un rollo de
pergamino en el que están escritas algunas palabras de su famoso poema:
"Solo Dios basta" (Fuente: ocdnavarra.org)
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