Con la libertad interior y creativa que nos regala el Espíritu, comenzamos este tiempo de gracia de Adviento. El Espíritu es el amigo que nos acompaña en esta travesía. Comenzar siempre supone un tiempo de gracia y oportunidad para dejarse alcanzar por las sorpresas de Dios.
Dios, que se acerca a nosotros prometiéndose y comprometiéndose, quiere colmar de sentido nuestra vida y la vida de todos los seres humanos.
Hacemos el camino en comunidad, pensando, sintiendo y queriendo de modo relacional. Somos muchos los que hacemos el camino. Y antes que nosotros ha habido muchos que lo han recorrido y han dejado el camino lleno de señales.
Sabemos que somos pobres, para esperar hay que ser pobres, pero confiamos hasta la audacia en que Dios cumplirá sus promesas. Dios nos merece confianza, nuestra confianza esperanzada está impregnada de su amor.
Es de noche, la tierra está extenuada de tanto expolio a los pobres, pero el Sembrador ha dejado en nuestro campo semillas que, cultivadas, harán posible un cambio de mentalidad.
Es de noche, pero la Palabra abre ante nosotros itinerarios por los que caminar, pequeños senderos en la montaña que llevan al manantial.
María, la mujer fiel al Amor que llamó a su puerta, será el lucero del alba en cada una de nuestras jornadas.
Dios, que se acerca a nosotros prometiéndose y comprometiéndose, quiere colmar de sentido nuestra vida y la vida de todos los seres humanos.
Hacemos el camino en comunidad, pensando, sintiendo y queriendo de modo relacional. Somos muchos los que hacemos el camino. Y antes que nosotros ha habido muchos que lo han recorrido y han dejado el camino lleno de señales.
Sabemos que somos pobres, para esperar hay que ser pobres, pero confiamos hasta la audacia en que Dios cumplirá sus promesas. Dios nos merece confianza, nuestra confianza esperanzada está impregnada de su amor.
Es de noche, la tierra está extenuada de tanto expolio a los pobres, pero el Sembrador ha dejado en nuestro campo semillas que, cultivadas, harán posible un cambio de mentalidad.
Es de noche, pero la Palabra abre ante nosotros itinerarios por los que caminar, pequeños senderos en la montaña que llevan al manantial.
María, la mujer fiel al Amor que llamó a su puerta, será el lucero del alba en cada una de nuestras jornadas.
Alcánzanos, Señor, con tus promesas.
Alcánzanos, Señor, con tu reino.
Alcánzanos, Señor, con tu amor.
¡Ven, Señor, Jesús!
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