En el niño Jesús, se manifiesta el Dios-Amor: Dios viene sin armas, sin la fuerza, porque no pretende conquistar, desde fuera, sino que quiere más bien ser acogido por el hombre en libertad; Dios se hace Niño para vencer la soberbia, la violencia, el ansia de poseer del hombre. En Jesús Dios asumió esta condición pobre y desarmada para vencer con el amor y conducirnos a nuestra verdadera identidad. No debemos olvidar que el título más grande de Jesucristo es precisamente el de “Hijo”, Hijo de Dios.
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