domingo, 25 de julio de 2010

Revolución anticlerical en la España de 1835


El 25 de julio de 1835, entre siete y nueve de la noche las turbas enardecidas asaltaban con teas incendiarias los conventos de Barcelona.
Los moradores del convento de San José (entre ellos nuestro padre Fundador Francisco Palau y Quer), como los de tantos otros, se salvaron de una muerte cruel gracias a la generosa acogida de buenos vecinos. En la precipitada huida nocturna Fray Francisco demostró su entereza y la veracidad de su disposición al martirio, antes que renunciar a la profesión religiosa, deteniéndose a ayudar a un religioso anciano incapaz de ponerse a salvo por sí solo.

“Cuando hice mi profesión religiosa la revolución tenía ya en su mano la tea incendiaria para abrasar todos los establecimientos religiosos… no ignoraba yo el peligro apremiante a que me exponía, ni las reglas de previsión para sustraerme de él. Me comprometí, sin embargo, con votos solemnes a un estado de vida, cuyas reglas creía poder practicar hasta la muerte, independiente de todo humano acontecimiento” (Fco. Palau y Quer , “Vida Solitaria”)

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