domingo, 6 de febrero de 2011

Llamados a ser sal y luz del mundo...

El Padre Camilo Maccise, ocd  nos ayuda a reflexionar sobre la Palabra de este V domingo del tiempo ordinario. ¡Feliz domingo para todos!

Lecturas: Is 58,7-10/1 Cor 2,1-5/Mt 5,13-16

Jesús es un gran pedagogo. Nos enseña con ejemplos sencillos y utiliza hechos y situaciones de la vida cotidiana para que aprendamos. La sal es un elemento que utilizamos los seres humanos en todas las culturas y de todas las épocas. Da sabor a los alimentos, sirve para conservarlos bajo determinadas circunstancias. La luz es tan importante que los seres humanos hemos inventado la artificial para iluminar las noches. Cuando un alimento está desabrido difícilmente lo comemos. Cuando estamos en la oscuridad nos entra miedo, angustia y es poco lo que podemos hacer y trabajar. Millones de personas en el mundo viven desilusionadas por la realidad en que vivimos. No encuentran sentido a la existencia humana ni en lo personal ni en lo social. Quisieran de alguna manera comprender el porqué de la monotonía de lo cotidiano y superar el sentido del absurdo. Les hace falta la sal de la comprensión aunque sea parcial. Por otro lado millones de personas viven sumergidas en la oscuridad sin saber de dónde vienen y a dónde van. Anhelan un poco de luz.

Al decirnos Jesús que estamos llamados a ser sal de la tierra y luz del mundo lo que nos está diciendo es que tenemos que prestar un servicio a nuestros hermanos como personas que conocen la Buena Noticia del evangelio, que ilumina la vida y da sentido a la existencia humana. No podemos ser sal y luz si no nos relacionamos con los demás. La sal sirve para gustar mejor; la luz para ver mejor. Todo cristiano es enviado para testimoniar y anunciar el mensaje de Jesús que ayuda a que la comida de la vida humana sepa mejor; tenga un significado que guíe, anime y sostenga la esperanza; a que las cosas se vean mejor y, por lo mismo, ayude a superar el vacío existencial que conduce a encerrarse en el egoísmo, a buscar la satisfacción momentánea, el comamos y bebamos que mañana moriremos.

Si queremos cumplir esto que nos pide Jesús debemos vivir insertos en la realidad. No se puede ser sal y luz aislado de lo que hay que sazonar o iluminar. La sal mejora el sabor unida a la comida. La luz mejor la visión cuando ilumina desde las cosas que se quieren ver mejor. Hay que mezclarse en las circunstancias de la vida humana no sólo a nivel personal sino también a nivel social. El Vaticano II decía que lo que es el alma para el cuerpo (principio de unidad y de vida) eso deben ser los cristianos en el mundo. No sólo importa que la sal o la luz sean buenas; lo que se quiere obtener es que la comida sepa bien y las cosas se vean mejor. Nadie dice que rica es la sal, sino que rica es la comida. Para lograr eso necesitamos vivir y testimoniar los valores cristianos De otro modo seremos como la sal que se hace sosa. No sirve más y hay que tirarla fuera. Dios quiere que los valores cristianos se transmitan a todos y no sólo que la Iglesia los viva aislada del resto de la humanidad.

P. Camilo Maccise OCD

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